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El Valle de Aburrá superó los 500.000 árboles del millón que se espera sembrar a 2019 para subsanar el déficit notorio de la región con mayor densidad poblacional del departamento.
El ejemplar del medio millón se sembró en la vereda La Romera, de Sabaneta, con el acompañamiento del Área Metropolitana.
Hasta hace un año faltaban 700.000 árboles al menos para atender las necesidades de una ciudad que con rapidez ha transformado las áreas verdes en piso duro y gris.
Para la Organización Mundial de la Salud en las urbes debe haber siete árboles por habitante y en Medellín, por ejemplo, solo había tres.
En esta ciudad y en Bello, son los municipios donde más ha avanzado la reforestación.
La mayoría se ha sembrado en zonas rurales, cuya extensión es mayor en el Aburrá, pero que solo cobija 5 % de la población metropolitana.
En la capital antioqueña el año pasado se sembraron 130.092 árboles, apenas 14.894 en zona urbana, cifra casi similar a los 15.000 que ahora se busca sembrar en el centro.
La mayor parte de los 500.000 árboles plantados en los 10 municipios del Aburrá están en las zonas rurales, por diversas situaciones.
No son pocos los estudios que realzan la necesidad de plantar buena cantidad de árboles en la zona urbana, donde residen y se mueven más habitantes, existen más zonas grises, mayor contaminación y una temperatura más alta por el efecto isla de calor. La del centro de Medellín es en promedio 1° C más alta que en áreas de la periferia donde existen más espacios verdes.
En el corazón de la ciudad comienzan a notarse los árboles sembrados en el corredor de la Avenida Oriental y vías aledañas. Se perciben además en las márgenes de las canalizaciones que hacen parte de los corredores verdes que se trata de fortalecer, y en cerros tutelares como el Nutibara y El Volador.
Pero la gran dificultad ha sido encontrar sitios adecuados ante una urbanización que no tuvo en cuenta el verde para compensar la transformación del espacio.
Algunos municipios han optado por reconvertir las aceras para abrirle campo al componente vegetal, iluminando lo que debe ser el camino para refrescar y airear la densidad habitacional, mas es preciso hacerlo en mayor extensión para devolverles los parques a barrios que los perdieron, como los del norte de Medellín, en donde son escasos, según dicen los mismos análisis de la autoridad local.
Esta tarea está pendiente y es urgente, así como dar prioridad a especies adecuadas para el ámbito urbano y de acuerdo con cada sector específico, aquellas que no compitan con las redes de servicios, den sombra, atraigan polinizadores y otra fauna, capturen material particulado del aire y contribuyan, en zonas verdes, a disminuir la escorrentía de la lluvia que inunda las calles.
El esfuerzo del Área Metropolitana y las diferentes alcaldías es valioso y se espera que la meta del millón se cumpla y hasta se supere, y que se encuentre de paso una solución al cuello de botella con los constructores, que no siempre compensan los árboles según norma aduciendo precisamente la falta de espacios.
Hay que seguir con la tarea, vincular más empresas y entidades y asegurar el mantenimiento de los árboles, pues no basta con sembrar si no se asegura su crecimiento.
El Valle de Aburrá, rural y urbano, debe brillar por el verde de sus parques y calles.