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El último informe de Medellín Cómo Vamos sobre la calidad de vida en la capital antioqueña en 2017, y que además le trazó metas con base en los Objetivos de Desarrollo Sostenible a 2030 (ODS), de ONU, es sin duda una herramienta clave para la planeación estratégica y visión de futuro de la ciudad en pro del bienestar general.
Así el análisis de Medellín Cómo Vamos, una alianza interinstitucional privada que evalúa y hace seguimiento a la calidad de vida en la ciudad, gana interés al convocar a un trabajo conjunto, público - privado, para que desde la administración del alcalde Federico Gutiérrez se avance en la solución de los problemas actuales y se proyecten las obras y programas para lograr dichos objetivos, sin importar si es otra administración la que los ejecute.
Del informe de Calidad de Vida en 2017 en Medellín, con respecto a 2016, resaltamos algunos de sus elementos por su impacto social como el crecimiento del ingreso per cápita (1,9 %), disminución de población en condición de pobreza (0,4 %), reducción de la pobreza extrema (3,6 %), crecimiento de la clase media (1,2 %) y una mayor inversión pública sobre el total de gastos de la administración (5,8 %).
El tema de la clase media llama la atención porque refleja un mejor ingreso per cápita, más empleo formal, mejor calidad de vida y satisfacción de necesidades básicas.
Consolidar las cifras contra la pobreza implica avanzar en iniciativas de atención a las personas en condiciones de miseria extrema, fortalecer las alianzas con el sector privado frente a un mismo objetivo y centrarse en la atención de aquellos puntos en los cuales las familias obtienen sus menores logros: empleo, ingresos, nutrición y habitabilidad.
En los sectores del transporte, salud, equipamiento, seguridad y convivencia y promoción y desarrollo se concentró el 84 % de la inversión pública.
El mayor desafío para la ciudad sigue siendo la desigualdad social que pone cargas de fondo a la miseria, cerrando con ello la posibilidad de avanzar a miles de familias. En este punto en 2017 el indicador de Gini no varió y se fijó en 0,52 %.
La racha homicida, que creció frente a 2016 (21,5 muertes violentas por cada 100.000 habitantes, a 23,2), es otro hecho que obliga a mantener la guardia en alto y ejecutar planes cada vez más novedosos para contrarrestarla. No obstante, la ciudad permaneció por fuera del listado de las 50 capitales más violentas del mundo y se redujo la denuncia por robo de motos un 33,1 % entre 2016 y 2017, pasando de 5.130 a 3.431 casos.
Si algo hay que reconocerle al alcalde Gutiérrez es su trabajo contra la delincuencia desmantelando estructuras y llevando a la cárcel a capos que llevaban décadas delinquiendo en total impunidad.
Alcaldía, Fiscalía, Ejército y Policía deben mantener su unidad frente al crimen e invertir y evaluar de manera permanente el impacto de la política pública de seguridad.
En educación seguimos con los altos y los bajos. Aumentamos en cobertura en educación inicial y en mejores puntajes en las pruebas de lenguaje y matemáticas en 9°, pero seguimos con bajos niveles de acceso a la educación superior. Aquí la desigualdad es más evidente. En El Poblado el acceso a la universidad es muy alto, por encima del 80 %, pero en el resto de comunas ni siquiera llega al 30 %. Otro elemento crítico es que el 18 % de los jóvenes ni está estudiando ni terminó el bachillerato.
Medellín y sus administraciones tienen cómo actuar localmente para proyectarse nacional y globalmente, al incorporar en sus planes de desarrollo los ODS. Estos nos llevarán a alcanzar los proyectos de justicia social por los que todos trabajamos.