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Se trataba del hoy por hoy delincuente más buscado del Valle de Aburrá, y tal vez del segundo a nivel nacional, después de Dairo Antonio Úsuga, alias “Otoniel”, jefe del denominado Clan del Golfo. La captura de Juan Carlos Mesa Vallejo, “Tom”, representa un éxito del trabajo coordinado de Policía y Fiscalía y significa un alivio para Medellín y el Valle de Aburrá, por el poder y peligrosidad de un criminal de alto nivel.
Otra vez el Estado envía el mensaje de que por más escurridizos y temidos que sean los actores de la ilegalidad, en este caso de las bandas y del narcotráfico, la acción persistente de la Fuerza Pública trae resultados.
Varios analistas coinciden en reclamar que no se sobredimensione la detención de Mesa Vallejo, pero mal haría la opinión pública en no entender o desconocer el valor estratégico que tienen estos golpes frente a la fortaleza que muestran estructuras criminales que llevan años y generaciones de presencia y dominio en el área metropolitana.
Alias “Tom” era otro de los cabecillas que hicieron carrera desde los coletazos del disuelto cartel de Medellín, con la aparición posterior de la superestructura denominada “la Oficina”, que tanto daño y pérdidas humanas le ha traído a la sociedad antioqueña. Este jefe criminal ostentaba el control de por lo menos el 60 por ciento de las bandas y combos del Valle de Aburrá.
En palabras del alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, se trata de una victoria de la legalidad contra la ilegalidad. Esa que es una bandera suya y que debe ser un propósito general y fundamental de renovación cultural y ciudadana. Que cada vez más la comunidad borre las líneas grises que a veces se tornan en permisividad, tolerancia y aceptación frente a quienes delinquen.
Llama la atención que en el sitio de la captura de Mesa Vallejo, en el oriente de Antioquia, se encontrara John Jairo Velásquez Vásquez, alias “Popeye”, exjefe de sicarios de Pablo Escobar, quien recobró su libertad en 2014 y es “célebre” en las redes sociales por emitir juicios sobre figuras e instituciones públicas. Es muy pertinente que las autoridades investiguen el alcance de los vínculos de alias “Popeye” con los nuevos jefes criminales del área metropolitana.
La operación contra “Tom” completa una serie de operativos que en los dos últimos años pusieron tras las rejas o provocaron la extradición o la entrega de cabecillas de “la Oficina” como alias “Soto”, alias “Chamizo”, alias “Mateo” y alias “el Chivo”.
Esta es una lucha cíclica contra bandas delincuenciales con gran capacidad de reorganización y de mutación en el amplio espectro de los territorios y las actividades ilegales que controlan. Por eso este “positivo judicial” debe alimentar y fortalecer la moral de lucha de la Policía y la Fiscalía, contra un entramado complejo de redes delictivas.
Se sabe que “Tom” cargaba con el peso de una recompensa de dos millones de dólares por parte del gobierno de Estados Unidos que, es de esperarse, tramitará la respectiva solicitud de extradición. Se requiere que la Fuerza Pública colombiana y sus aliados internacionales mantengan una cooperación y articulación institucional que a su vez transmitan un mensaje de contundencia en la lucha contra el narcotráfico y su aparato criminal, muy en especial en el auge que atraviesan los cultivos ilícitos y la producción de droga en el país.
Ahora la Policía Metropolitana debe tomar las medidas para impedir que esta captura desate guerras por el control de las bandas y olas de violencia urbana en los sectores que controlaba alias “Tom”, por fin puesto tras las rejas.