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Cruciales elecciones en México

Hartos de sus políticos y su régimen infestado de corrupción, los mexicanos pueden dar hoy el triunfo a López Obrador, caudillo impredecible que promete, ni más ni menos, erradicar el actual sistema.

Cruciales elecciones en México
01 de julio de 2018
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Infográfico

Aunque cada elección presidencial suele ser calificada, y más a menudo en el ámbito latinoamericano, como “la más importante en la historia del país”, las que se celebran hoy en México son, en efecto, definitorias, trascendentales para el rumbo del país. No se elegirá únicamente al nuevo presidente –que tomará posesión el primero de diciembre– sino también a 500 diputados federales, 128 senadores, ocho gobernadores de estado, el jefe de Gobierno del Distrito Federal y un buen número de alcaldes y regidores.

El panorama político, entonces, puede tener un fuerte reacomodo, lo cual ha obligado a los partidos a desplegar toda su fuerza proselitista y electoral para movilizar a un electorado de más de 89 millones de mexicanos, cansados en su gran mayoría del régimen político vigente y de la enorme corrupción oficial. De esa masa electoral, los jóvenes entre 18 y 23 años representan una suma cercana a los 13 millones de votantes.

La elección del nuevo presidente, no obstante, es la que acapara, y con razón, el interés no solo de los mexicanos sino de todo el continente. Es una elección en la que es suficiente mayoría simple –no hay segunda vuelta– y a la cual concurre, por tercera vez, el candidato Andrés Manuel López Obrador. Aspira a ganar, esta vez sí, el mandato de seis años –sin reelección, prohibida en la Constitución– para el cual promete, ni más ni menos, que acabar con la corrupción y desmontar lo que denomina “la mafia” que acapara el poder desde hace décadas.

López Obrador, favorito en las encuestas con gran ventaja sobre los demás candidatos, nació para la política en el seno del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó durante decenios sin competencia, y que ahora se encuentra de nuevo hundido en el desprestigio tras la difícil y controvertida gestión de Enrique Peña Nieto. Lo paradójico es que López Obrador recoge en sus discursos buena parte de las posiciones tradicionales del PRI de mediados del siglo XX.

El candidato del Movimiento de Reconstrucción Nacional (Morena) concita temores e incertidumbres –su programa económico es difuso y arriesgado– pero por otro lado es el que agrupó en torno a su candidatura el voto castigo hacia una clase política que no ha dado respuestas adecuadas a los graves desafíos que encara la democracia mexicana. Entre otras cosas, si hay algún país que pueda mirarse en el espejo de México, y en el que éste, recíprocamente, lo pueda hacer, es Colombia. El problema inmanejable del narcotráfico y su estela de violencia, combinado con la corrupción y las complicidades en ámbitos gubernamentales, castigan sin cesar las posibilidades de paz y desarrollo de ambas naciones.

Es descomunal el desafío para el nuevo presidente. Que aparte de la pobreza, la corrupción, la impunidad rampante, la contaminación criminal de la fuerza pública, la violencia política, tendrá que lidiar con el presidente de la potencia vecina, Donald Trump, que no deja pasar semana sin zaherir a México y a sus ciudadanos con mensajes xenófobos. El punto es que México no puede renunciar, así sin más, a buscar por todos los medios mantener buenas relaciones con Estados Unidos, pues estas son esenciales para su propia supervivencia como nación.

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