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Desde 2010, medios como el Chicago Tribute y The Economist empezaron a hacer énfasis en la necesidad de contar con planes alternativos de cuidado para la población más vieja de Estados Unidos; al movimiento se le conoció como The Silver Tsunami (el tsunami plateado), en referencia al crecimiento de la población mayor. El aumento en la edad de los ciudadanos norteamericanos, puso sobre la mesa la falencia y, al mismo tiempo, la posibilidad de contar con una nueva oportunidad de mercado.
Se le conoce como la economía del cuidado y se refiere a todas las actividades que comprenden, principalmente, la atención a niños o adultos mayores. Por lo general, este tipo de planes no son remunerados, pero desde 2005 la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) ya venía dando luces sobre la urgencia de que este tipo de planes tomaran la fuerza necesaria para convertirse en jugadores importantes para la economía y, a su vez, fueran actividades pagas.
En Colombia, la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo (Fedesarrollo) dijo que una de las soluciones reales con miras a la reactivación económica del país, y que ayudaría a que la nación vuelva a tener un empujón y crezca sobre promedios del 4 %, estaría en la “monetización” de este tipo de actividades pocas veces recompensada de manera formal.
A diferencia de lo que ocurre con Estados Unidos, en Colombia el impulso sobre la economía del cuidado se sustenta en tener políticas que aumenten la participación de la fuerza laboral. Según datos de ese centro de diagnóstico, la brecha en términos de participación entre hombres y mujeres se ubica por encima de los 20 puntos porcentuales. La razón, según Fedesarrollo, está en que las mujeres son quienes más se ocupan en actividades asociadas al cuidado del hogar e hijos.
Para Giovanni Reyes, profesor experto en empresas de la Universidad del Rosario, la economía del cuidado tiene tantos matices como se quieran ver. “Para el país hay dos campos importantes: el cuidado de la tercera edad y de la infancia. El problema está en que las empresas que se animen a formalizar este tipo de actividades, cuenten con las políticas organizacionales para garantizar un buen servicio”.
Lo otro que plantea Reyes se remite a que existan incentivos tributarios para que las compañías que llevan a cabo este tipo de planes lo hagan como política organizacional, “además, ayudará a que la competitividad de las empresas se vea favorecida” y concluye diciendo que en la economía del cuidado converge gran parte del sistema financiero tradicional y se incluye a la familia: “esta última es vital para que el modelo funcione”. (ver Recuadro).
Rosario Córdoba, presidente del Consejo Privado de Competititvidad, dijo el 9 de mayo en la presentación del índice de competitividad que hizo la U. del Rosario, que entre todos los cambios que se necesitan hacer para tener un sistema financiero más robusto y competitivo, “es necesario que converjan factores de capital y trabajo de la manera más adecuada y se enfoquen en impulsar el crecimiento”.
Las políticas y el incentivo para activar esta parte de la economía son vitales, más si se tiene en cuenta que, según datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), el trabajo del cuidado (doméstico) equivale al 20 % del Producto Interno Bruto .