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No es gratuito que en Colombia, desde hace algo más de dos años, se venga hablando de cuál es el beneficio económico que debería tener el país en materia de cuidado del medio ambiente y el uso de la tecnología como motor financiero; su causa está en que tanto William Nordhaus como Paul Romer (ganadores del Nobel de economía) volvieron tendencia estos temas en la política económica del mundo, desde hace más de cinco años.
Entre enero y agosto de 2018 el país recaudó 95,6 billones de pesos, de los cuales 200 mil millones correspondieron al impuesto sobre las emisiones de dióxido de carbono. Este tributo nace, en parte, de la idea de William Nordhaus, profesor de Yale y uno de los ponentes más importantes (desde mediados de los años 90) de las “políticas correctoras” por el impacto medioambiental. De allí su iniciativa de crear impuestos como el de las emisiones de carbono.
Durante una conferencia en la Universidad de Chicago, en 2014, Nordhaus explicó que este tipo de impuestos no tienen el fin ni de obtener recursos para investigación que den con una solución al impacto de las emisiones, ni para que los estados recauden más dinero. “Este tipo de medidas se deberían hacer, básicamente, para que empresas y personas cambien su comportamiento”.
A través de un comunicado de prensa de la Real Academia de Ciencias de Suecia (organismo que entrega el premio) se dijo que: “El modelo de Nordhaus está ampliamente difundido y se utiliza para simular cómo la economía y el clima evolucionan conjuntamente. Se utiliza para examinar las consecuencias de las intervenciones de política climática, por ejemplo, los impuestos al carbono”.
Para Alejandro Torres, doctor en economía y profesor de la Universidad Eafit, el hecho de que Nordhaus hubiese tenido en cuenta la variable “impacto al medioambiente” en el desarrollo económico “supone que la industria haga un alto y piense más allá de ese desarrollo industrial, y se centre en cuál es la afectación que se genera al ecosistema”.
El experto recalcó que la postura del nuevo Nobel ha sido tan importante como para que en el mundo se fijen acuerdos para el control de las emisiones. El mismo Nordhaus ha propuesto que el precio de las emisiones de carbono se fije de manera unilateral y que aquellas naciones que no lleven a cabo el cobro tengan una especie de cobros arancelarios como castigo.
A Paul Romer, actual profesor de la NYU Stern (también en Estados Unidos), la idea de demostrar cómo el desarrollo en ciencia, tecnología e innovación es eje fundamental para que unas naciones estén por encima de otras, le dio para ser seleccionado como uno de los cerebros brillantes de la economía mundial en el último año (ver Cronología).
“Por cuenta de la teoría de Romer se han generado grandes cantidades de nuevas investigaciones sobre las regulaciones y políticas que fomentan nuevas ideas y prosperidad a largo plazo”, dijo la Academia. Colombia no ha sido ajena a lo propuesto por el también exmiembro del Banco Mundial.
Son varias las iniciativas en ese sentido. De un lado, el más reciente presupuesto asignado para el Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación pasó de ser de 1,1 billones de pesos a 1,7 billones. Que si bien representan un crecimiento, aún son considerados como “niveles bajos”. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la inversión que hacen los estados en esta parte del mundo sólo alcanza a ser medio punto del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que en Estados Unidos y algunos países de Europa la cifra es de 2,5 y hasta 3 puntos del PIB.
La tesis que defiende Romer se sustenta en el aprovechamiento de la innovación como base del conocimiento compartido: “Las naciones debe aprovechar las herramientas para conectarse, para que los ciudadanos encuentren el conocimiento y puedan ser mejores sociedades, más competitivas, más conectadas”, dijo el teórico durante el Foro de Transformación Global del año pasado.
“Son teorías que tiene practicidad; es decir, que se pueden aplicar. En este último caso lo vemos con aún más facilidad. El índice de crecimiento de un país se puede medir en qué tanto le invierta a crecer en innovación”, concluyó Torres .