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La alta dependencia de las economías de América Latina de las materias primas como el petróleo o los productos agrícolas y las oscilaciones que los precios de estas observan en los mercados internacionales, sumiendo en profundas crisis a los países en tiempos de bajas cotizaciones, llevó al Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) a diseñar una caja de herramientas que le permita a la región ingresar en la senda de la mayor productividad.
Con evidentes atrasos en sus aparatos productivos, falencias institucionales en la estructuración de políticas y regulaciones, problemas de competencia, fenómenos de informalidad laboral y dificultades en el desarrollo financiero, el reporte de la CAF aboga por la integración como fórmula para dinamizar los negocios y las economías.
“La integración económica puede ser un mecanismo a través del cual se limite el uso de barreras al mismo tiempo que se disminuyen los aranceles. Esto, a su vez, conduciría a la reducción del poder de mercado de las empresas domésticas y al incremento de la productividad”, se lee en el documento de 332 páginas, que presenta hoy en Bogotá Luis Carranza Ugarte, presidente de la CAF.
Uno de los mensajes del texto apunta a que América Latina necesita implementar una agenda de reformas institucionales con foco en la productividad, pues las que se han acometido no han elevado lo suficiente el crecimiento económico, ni han acelerado la productividad.
También hace referencia a la informalidad como rasgo más prominente del mercado de trabajo de la región, por lo que plantea políticas de formación laboral como aquellas que promueven el reentrenamiento de la mano de obra y la certificación de habilidades (ver ¿Qué sigue?).
Al comparar la productividad, se evidencia como el establecimiento productivo típico en América Latina es mucho menos eficiente que su contraparte en Estados Unidos, al parecer en parte como reflejo de la ausencia relativa de establecimientos “superestrella”.
Además, dentro de cada sector productivo (agro, comercio, industria) una parte de los recursos (empleo y capital) se utiliza en establecimientos de menor productividad, en particular en microestablecimientos y en el sector informal (ver gráfico).
La inversión que las empresas ejecuten en procesos de investigación y desarrollo será vital para impulsar la productividad, por lo que la tarea principal del Estado será la de poner en marcha planes que faciliten el acceso a la financiación.
“La teoría organizacional moderna dice que la generación de conocimiento e investigación debe ser competencia número uno de las compañías. Es trabajo de las empresas tener el presupuesto para desarrollar estos planes, aunque el Estado debería brindar facilidades financieras, explicó Iván Jaramillo, director del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario.