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Los lobos solitarios: una manada impredecible

A estas personas se les achacan los últimos atentados en Europa. Entender su actuar complejo es el desafío de los sistemas de seguridad del mundo.

  • Un policía frances detuvo a un hombre en la ciudad de Normandía, donde un sacerdote murió tras un ataque terrorista atribuido al Estado islámico. FOTO AFP
    Un policía frances detuvo a un hombre en la ciudad de Normandía, donde un sacerdote murió tras un ataque terrorista atribuido al Estado islámico. FOTO AFP
Los lobos solitarios: una manada impredecible
27 de julio de 2016
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Provenientes a veces de familias inestables, con una educación buena o deficiente, inconformes con el entorno, indignados, proclives a algún tipo de sociopatía, movidos por la acción violenta, inspirados en ocasiones por ideas extremistas, aunque no siempre soportados por una organización terrorista.

Así describe la figura del lobo solitario Raffaello Pantucci, investigador del Centro para el Estudio de la Radicalización.

El personaje incógnito, que por estos días ronda los debates globales y figura como autor de horrorosos hechos en Europa y Estados Unidos, es también “difícil de detectar, con procesos muy individuales, íntimos, que pocas veces comparten con otros”, continúa Jhon Marulanda, asesor internacional en temas de seguridad.

Además de “excesivamente solitarios”, son imparables. “Una vez toman la decisión de perpetrar un acto, es casi imposible detenerlos”, sostiene Marulanda, advirtiendo que de forma eventual pueden encontrar pares con características similares, como pudo suceder en la mañana del martes, en la iglesia de Saint Etienne du Rouvray, en Normandía, Francia.

Allá, dos individuos armados con cuchillos irrumpieron cuando se celebraba la misa de 9:00 y se encerraron con el cura, dos monjas y dos fieles.

Aunque fueron abatidos por la Policía, durante una hora, los posibles lobos exigieron a sus cinco rehenes agruparse y arrodillarse frente al altar en torno a una especie de sermón en árabe, hasta que el sacerdote, Jacques Hamel, de 84 años, intentó defenderse y fue degollado, al igual que un fiel que se debate entre la vida y la muerte.

No obstante, este hecho deja ver nuevas particularidades del fenómeno. Los hombres gritaron “Alahu akbar” (”Dios es el más grande”), lo que quiere decir que tenían una afiliación, y contrario al comportamiento de un lobo común, la organización yihadista Estado Islámico (EI), a través de su agencia Amaq, reconoció a ambos como “soldados” a sus órdenes.

Una mezcla perversa

“No todos los atentados de los últimos días corresponden a lobos solitarios. Debemos esperar los resultados de las investigaciones para saltar a dar una conclusión”, advierte Marcos Peckel, internacionalista de la Universidad Externado.

Lo que sí es claro es que, sumados a los factores personales, estas figuras también se han reforzado con una identificación ideológica hacia el islam radical.

Lo anterior también lo argumenta Pantucci en su “Tipología del lobo solitario”. Según escribió, la capacidad de grupos terroristas para persuadir con un atractivo transnacional, su facilidad para acceder a medios y el potencial apoyo operativo que les da internet, facilita la alineación de un solitario.

De hecho, el experto destaca que, aunque no hay que satanizar a los medios digitales, estos les permiten hacer contacto o localizar materiales de apoyo, cuando en sus contextos del día a día son incapaces de localizar armas, propaganda o aliados.

Sin embargo, este factor, explica Marulanda, que asesora a un grupo de seguridad para los próximos Juegos Olímpicos, facilita la detección y contención de sus acciones. “Las redes son muy vulnerables, porque todos los Estados tienen aparatos de interceptación y seguimiento que permiten hallar y clasificar a posibles atacantes”, menciona, y destaca las novedades en los sistemas de seguridad de Estados Unidos, “el centro de interceptación más grande mundo, capaz de penetrar cualquier comunicación”.

Pese a que el afán de muchos ciudadanos hoy es sentirse protegidos a toda costa, a Peckel le preocupa el dilema que supone una seguridad extrema frente a los derechos civiles. “Ese balance será complicado y dependerá de las prioridades de cada país”, concluye el internacionalista.

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