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Alejandra López es meticulosa. A ella no le gusta hacerle cualquier roto al jean. Mira el pantalón y reparte, dice. Primero por el bolsillo, luego por la bota, después el muslo. ¿Cuántos agujeros hace en un solo pantalón? Catorce, responde.
Los rotos en el denim son su especialidad. Cuando le tocó escoger entre pintar o diseñar los desgastes prefirió lo segundo. “Ella quería entender y aprender cómo es que le hacían esos orificios a los jeans que veía a diario”, cuenta María Juliana Castro, profesora Taller de Diseño de la Corporación Casa Taller Artesas.
Alejandra, con síndrome de down, tiene 31 años y desde hace 8 está en la corporación. Allí recibe cursos de formación artística. “No es rehabilitación ni arte terapia”, aclara María Juliana. Una de las clases es de diseño, aunque antes se destacó en las artes escénicas. Es muy histriónica, le gusta posar ante la cámara. “Pintame la boca –le dice a un compañero que está al lado –. Me van a tomar fotos de EL COLOMBIANO”.
Su espontaneidad encanta. Ha estado dos veces en la lavandería donde le realizan los procesos manuales a las prendas. “Los diseñadores han quedado impactados con su energía y todo lo que han hecho ella y sus compañeros con los índigos, la verdad nos tienen descrestados”, cuenta Marcela Henao, gerente de Jvoll Jeans, la marca con la que han trabajado.
Enamorarse
Alejandra señala uno de los pantalones que intervino. “Es mi estilo. Yo raspo el jean, son como bigotes, aunque también me gustan los huecos grandes”.
Tomás Duque, su compañero, la mira mientras posa para la cámara. Está concentrado en los colores. Es hijo de Marcela y por él comenzó esta iniciativa. “Tiene el síndrome de Prader Willi, fue la inspiración para este trabajo colaborativo. Primero busqué una institución que ayudara a promover sus habilidades artísticas y luego todo fue fluyendo”.
Esta línea, codiseñada por Alejandra, Tomás y sus amigos, saldrá a la venta después de Colombiamoda. “Son diseños únicos, esta colección especial busca ayudar a esta institución a crecer más”, confirma Marcela, algunos recursos de las ventas irán para ellos.
Además de los rotos, están los estampados. Ellos pintan en sus clases y de esa colorida mezcla se hace un collage para imprimir en camisetas y en telas con las que se hacen los forros de los bolsillos. “Este proyecto nos ha enseñado más a nosotros que a ellos”, concluye Henao. De Alejandra han aprendido el compromiso, la paciencia y la dedicación.
No se para hasta que no termina de hacer los rotos. “Son hermosos”, dice.