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En 1979, fueron años de protestas del pueblo iraní en las calles, las que por sí mismas derrocaron a la tiranía del Shah Mohammad Reza Pahlevi. Pocos pensaban que de un momento a otro el monarca decidiera huir hacia alguno de los países occidentales que blindaban su poder, pero de pronto la Revolución Islámica logró triunfar gracias a esas protestas.
Hoy es el régimen surgido de esa revolución el que parece verse cada vez más amenazado por el surgimiento de una ola de ciudadanos descontentos, que tiene al país sumido en manifestaciones desde hace una semana. El alto costo de vida, la rampante corrupción en las instituciones del Estado, la falta de libertades y el para muchos excesivo gasto militar en el exterior, son los motivos que llevaron a los iraníes a las calles.
En ciudades secundarias — y periféricas ante la metrópoli de Teherán— como Mashhad, Isfahán, Yazd, Arak, Tabriz, Qom, entre otras, se empezó a oír el clamor y elevar la tensión desde el pasado jueves 28 de diciembre.
Como explicó a EL COLOMBIANO Reza Jafarizadeh, empresario iraní radicado en Medellín, “lo que tiene a la gente protestando desde entonces no es solo la grave inflación, el desempleo y los escasos ingresos, sino más la decepción por la falta de libertad de expresión, la persecución contra políticos que no son musulmanes o que son opositores, y la elevada corrupción”.
El problema es que la tensión llegó a tal punto que en los primeros días ya se contaban 11 muertos por choques entre manifestantes y policía. Al cierre de esta edición son ya 21 civiles y un agente fallecidos, mientras que hay más de 450 personas encarceladas tras una semana de protestas.
El presidente iraní, Hasan Rohani, quien en 2016 era aclamado como un héroe por su triunfo diplomático al lograr un entendimiento con las potencias occidentales, hoy se ve contra las cuerdas.
Desde que iniciaron las marchas, el mandatario defendió “el derecho del pueblo a protestar” pero aseguró que “hay mejores formas en lo legal” para impulsar cambios. Ayer, él y el líder espiritual de la revolución, el Ayatollah Alí Jamenei, culparon a los “enemigos de Irán”, de incentivar el descontento.
Para el imam Julián Zapata, cofundador del Centro Cultural Islámico, el perdedor de esta coyuntura es Rohani, dado que en un contexto inestable salen ganando los sectores más conservadores del país. “El régimen no será tumbado con protestas, por lo menos no mientras que esté vivo Jamenei, que controla todas las instituciones con algo que causa en parte el malestar actual: el nepotismo. Además es un descontento interno, al que se podrá acomodar el sistema. Pero el que pierde es Rohani, porque le apostó todo a que con el pacto nuclear se iba a revitalizar completamente la economía iraní. Eso pasó pero medianamente, porque con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca se interrumpió ese levantamiento de sanciones. Lo que va a pasar con esto es que los conservadores como Mahmud Ahmadineyad volverán a gobernar en Irán”.
Lo peor, y en lo que coinciden ambas fuentes, es que con un Irán inestable, lo que pase en la potencia incidirá en todo Medio Oriente, y probablemente veamos un 2018 aún más conflictivo en la región.