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El lunes era un día clave para comprender cómo asumió su destitución el gabinete del exlider catalán Carles Piugdemont. Según el reporte de las agencias Efe y Afp, ni él ni sus consejeros llegaron ayer al puesto de trabajo, la bandera española ondeaba en los edificios públicos de Barcelona y la policía catalana (los Mossos d’Esquadra) aceptó retirar la protección a ciertos miembros del gobierno cesado, aunque el portal web catalán seguía mostrando las fotografías de dichos funcionarios.
Todavía no es claro si ellos serán imputados por los delitos de rebelión, sedición y malversación de fondos, pero según pudieron confirmar estas agencias con el Gobierno de España, Puigdemont viajó a Bruselas desde Marsella (sur de Francia) con cinco exconsejeros de su exgabinete: los que ocupaban las carteras de Gobernación, Meritxell Borràs; Salud, Antoni Comín; Interior, Joaquim Forn; Trabajo y Asuntos Sociales, Dolors Bassa: y Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación, Meritxell Serret.
Elegir como destino a Bélgica no es fortuito. El secretario de Estado belga para la Inmigración, Theo Francken, miembro también de los nacionalistas flamencos (movimiento que busca la independencia de la región de Flandes), dijo que Puigdemont podía pedir “asilo político” en Bélgica, aunque horas después, el primer ministro del país, Charles Michel, afirmó que desconocía esa propuesta.
Para Javier Garay, docente internacionalista de la Universidad Externado, aún no es claro si ese viaje se trata de una movida política en el marco del contexto europeo, donde varios movimientos separatistas se han alentado con las últimas acciones de Cataluña, o si lo que se busca es reducir las tensiones internas en España.
El viaje, además, suma nuevas confusiones a las ya existentes por la falta de claridad de Puigdemont respecto a la declaración de independencia y la acogida o no de las decisiones del Gobierno español. “Con el solo hecho de huir a Bélgica pareciera que Puigdemont dice que no hay proceso de independencia, aunque hay parte del gabinete que sigue resisitiéndose. Uno no sabe el estatus del proceso”, asevera.
En cuanto a la internacionalización del tema catalán, Garay dice que desde el primero de octubre, cuando numerosos países, entre los que está Colombia, dieron su apoyo a España, hubo una clara posición de la comunidad internacional. Ahora, pese a tener procesos separatistas en sus países, nadie en Europa quiere crear un antecedente de apoyo a Cataluña, que luego desencadene crisis internas, a lo que se suman fuertes resistencias de las Naciones Unidas para aprobar cambios abruptos de frontera.
A esa idea se suma Miguel Martínez, director de la línea Europa del Externado. El mismo proceso catalán hace que pierda legitimidad ante los ojos del mundo, en la medida en que “no se independizó de un estado opresor ni perdió sus libertades”, por lo que considera que el movimiento secesionista está construido sobre radicalismos.