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El Gobierno de Bangladesh ha contabilizado 36.000 niños que han perdido a uno o los dos padres entre los más de 600.000 rohinyás que llegaron al país desde Birmania a partir del pasado 25 de agosto. De ellos, el 22 % perdieron tanto al padre como a la madre.
El portavoz de Unicef en Bangladesh, A.M. Sakil Faizullah, advirtió que muchos de estos menores están traumatizados, lo que afecta a su desarrollo psicológico. De hecho, al menos mil familias refugiadas están encabezadas por niños.
“Imagine un niño de 14 o 15 años cuidando de sus hermanos pequeños como un padre, cuán difícil es la situación”, alertó el portavoz.
Birmania no reconoce a los rohinyás como una comunidad de ese país y los considera bangladeshíes, mientras que Bangladesh, donde ya antes de esta crisis vivían unos 300.000 miembros de esta minoría musulmana, los ha tratado siempre como extranjeros.
Además de los casos de niños huérfanos, la representante especial del secretario general de Naciones Unidas sobre Violencia Sexual en Conflictos, Pramila Patten, alertó sobre la presunta existencia de esclavitud sexual y de “violación hasta la muerte” contra las mujeres rohinyás en Birmania.
“Las formas de violencia sexual que escuchamos uniformemente de boca de las supervivientes incluyen violación en grupo por parte de múltiples soldados, desnudez pública forzada y humillación y esclavitud sexual en cautiverio militar”, dijo Patten en rueda de prensa.
Los actos son perpetrados por las Fuerzas Armadas o “Tatmadaw”, la Policía Guardafronteras de Birmania y milicias budistas del estado de Rakhine, en el oeste del país.