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En Roma, y en medio de los aplausos de los feligreses congregados ante la basílica de San Pedro, el Sumo Pontífice entregó ayer el birrete rojo y el anillo a 14 cardenales que nombró. Al mismo tiempo, les encargó impulsar la fe por todos los rincones del mundo.
De hecho, de inmediato acudieron a su cita con los fieles en los pasillos del Palacio Apostólico y el Aula Pablo VI, muy cerca de ahí. Pero el reto estará de vuelta en sus países, donde, como instó el Papa Francisco, “deberán lavar los pies de los pobres en vez de vivir como príncipes”.
En los 14 nombramientos de ayer, el Sumo Pontífice incluyó todos los continentes; como un iraquí y un paquistaní para defender los derechos de los cristianos en tierras musulmanas, y tres latinoamericanos: Toribio Ticona, prelado emérito de la Arquidiócesis de Corocoro (Bolivia); el arzobispo de Huancayo (Perú), Pedro Barreto; y Sergio Obeso Rivera, arzobispo emérito de Xalapa (México).
De hecho, un dato toma relevancia tras cinco consistorios –encuentros de cardenales– en los que el Papa ha hecho nombramientos: solo un tercio de los prelados que ha ordenado son europeos. La iglesia parece en pleno viraje de su identidad geográfica, mientras que Europa pierde su histórica hegemonía. Aún así, mantiene mayoría.
El colegio cardenalicio aumenta a 226 purpurados, 125 con poder de decisión. De estos, Europa pasa de 47 a 53 cardenales, mientras que América contará con 35 (17 de Norteamérica, 5 de Centroamérica y 13 de Sudamérica). África pasa de 15 a 17; Asia de 14 a 16 y Oceanía sigue con 4.
¿Qué implicaciones se pueden sacar de este nuevo suceso que marca el pontificado de Francisco? En diálogo con EL COLOMBIANO, José Manuel Vidal, director del portal Religión Digital, consideró que un signo relevante es el de las ciudades a las que pertenecen los prelados que fueron nombrados.
“Hasta ahora los cardenales llegaban a esa instancia por escalafón, se colocaban en las arquidiócesis principales de cada país, sabiendo que así tendrían asegurada la birreta cardenalicia. Se trataba únicamente de los arzobispos de las grandes ciudades, Madrid, Barcelona, Bogotá. Ahora el Papa ha quebrado esa regla que favorecía el carrerismo y el escalafón. Serán cardenales a partir de ahora los obispos que se lo merezcan, así sean de pequeñas diócesis”, explicó.
En eso por ejemplo llama la atención que, además de los latinoamericanos ya mencionados, el único prelado africano en la lista de los nombramientos es el obispo de la localidad de Toamasina, en la isla de Madagascar, Desiré Tsarahazana. “Ese es el cambio fundamental: se pasa de la geografía y del escalafón a las personas”, agregó Vidal.
En opinión de Héctor Orlando García, misionero seglar antioqueño, “Francisco está siendo consecuente con las principales ideas que ha defendido durante su pontificado. Esto es fundamentalmente la cercanía a la gente, que de hecho le agradece su papel de pastor colmando las calles en todas sus giras. El Santo Padre intenta hacer cumplir la consigna de que la iglesia es universal, y por ende debe estar con la gente en todos los rincones del mundo”.
En la misma línea ven ambos expertos lo que ocurre por estos días en el clero chileno, donde el Papa ha sido coherente con su discurso al abordar con transparencia y diligencia las renuncias de los obispos de ese país implicados en casos de pederastia y abuso sexual. Ayer dimitieron dos sacerdotes, incluyendo a Alejandro Goic, quien lideraba la Diócesis de Rancagua, ciudad que es centro del escándalo. Ya son 19 los curas o suspendidos o desvinculados en medio del caso.
“Me parece absolutamente coherente que el Papa haya pasado, en términos de tolerancia cero, de la teoría a la práctica. Hay que poner fin a esas situaciones y Francisco está completamente decidido a que el clero no encubra esos temas –como pasaba antes– y a que no mire para otro lado. La limpieza de esa podredumbre sigue en marcha”, concluyó Vidal.