<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=378526515676058&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">
x
language COL arrow_drop_down

Alexandria, nueva cara del progresismo en EE. UU.

Ocasio-Cortez impulsa una renovación del Partido Demócrata como figura externa. Se define como “luchadora”, y convenció al pueblo con su ejemplo.

  • En las elecciones primarias del Partido Demócrata en el estado de Nueva York, Alexandria sorprendió al imponerse sobre el representante Crowley con 57 % de los votos frente a 42 %. FOTO afp
    En las elecciones primarias del Partido Demócrata en el estado de Nueva York, Alexandria sorprendió al imponerse sobre el representante Crowley con 57 % de los votos frente a 42 %. FOTO afp
30 de junio de 2018
bookmark

Sigue la conmoción de los estadounidenses por el triunfo histórico de una hispana en las primarias demócratas del estado de Nueva York para aspirar al Congreso. Muchos factores influyen en ello.

No solo el origen étnico de Alexandria Ocasio-Cortez, hija de inmigrantes puertorriqueños, sino su edad –28 años–, su ideario asertivo –pertenece a la organización Socialistas Democráticos de América–, y el hecho de que derrotó en su fortín electoral al tradicional Joseph Crowley, quien llevaba un año como jefe de la bancada demócrata en la Cámara.

“¿Quién es la nueva estrella progresista de EE. UU?”, pregunta el diario británico The Guardian, o “Alexandria Ocasio-Cortez: una gigante arrolladora de 28 años”, califica The New York Times. Todos escarban en la historia de esta política en ascenso y en las implicaciones de su elección.

Siempre con las uñas

Ocasio-Cortez nació el 13 de octubre de 1989, de la unión de Sergio Ocasio y Blanca Cortez. Creció en el Bronx, en el barrio de Parkchester, donde se erigen proyectos de vivienda pública para pobres.

Desde joven se destacó por su dedicación al estudio. De hecho, ganó, durante su paso por la escuela de la localidad de Yorktown, el segundo premio de la Feria Internacional de Ciencia e Ingeniería de Intel con un proyecto sobre microbiología. Por ese motivo, se enteró de que el Laboratorio Lincoln del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) nombró un asteroide en su honor: 23238 Ocasio-Cortez.

Pero su interés profesional terminó siendo otro, tal vez tras un suceso que cambió su vida, la muerte de su padre, el propietario de un pequeño negocio. El hecho la vio forzada a compaginar sus estudios con el trabajo en un restaurante mexicano, para ayudar a su madre, una empleada doméstica, a pagar las cuentas y las deudas. “Cuando mi familia estaba al borde de la quiebra, empecé a trabajar de mesera. Entendí el dolor de los estadounidenses de clase trabajadora, porque yo misma lo viví”, dijo durante la campaña.

“También aprendí de primera mano cómo hay en este país abogados que se lucran al administrar la casa de una familia que lucha por hallarle un sentido a tanta burocracia”, agregó.

De sus orígenes, tal como afirmó a EL COLOMBIANO David Castrillón, investigador del Observatorio de Análisis de los Sistemas Internacionales de la Universidad Externado, se puede explicar su ideario actual, con el que convenció.

“Como hispana, la religiosidad y las condiciones marginales de su vida moldearon un discurso de redistribución social que cala en una población en la que cada vez más latinos están interesados por participar activamente en las decisiones políticas”, dijo.

Ocasio-Cortez logró estudiar con las uñas, en medio de incalculable esfuerzo, y obtuvo grado en Economía y Relaciones Internacionales. Entró a trabajar en política en 2016 para ayudarle a la campaña de Bernie Sanders, recorriendo todo el país en nombre de su facción izquierdista: Socialistas Democráticos de América. Tras ello, expresó a sus colegas que quería aspirar en 2018 a la Cámara. “Es imposible”, le respondieron.

Para ella la cuestión no era combatir maquinaria con maquinaria, sino con otros medios: “un mensaje de dignidad económica, social y racial para la clase trabajadora”. Y pequeñas donaciones de la gente.

La dimensión de su éxito

Ninguna encuesta en el estado de Nueva York le daba el triunfo, y era mínima su presencia en los medios de comunicación tradicionales. “No se suponía que se lanzara una mujer como yo”, era su frase en uno de sus avisos de campaña.

Para Mark Weisbrot, codirector del Centro para la Investigación Económica y Política de Washington D.C, tras su triunfo, son evidentes las implicaciones: “esta es una señal de una especie de insurrección dentro del Partido Demócrata. Esta mujer derrotó a uno de los personajes más influyentes en el liderazgo del grupo. La cúpula de los liberales debe estar preocupada ahora por este cambio”.

El fortalecimiento de propuestas más radicales e incluso tildadas de “populistas”, desde la campaña presidencial de 2016, parece ser una tendencia irreversible dentro de los partidos tradicionales estadounidenses. “Los socialistas democráticos podrían ser el equivalente al Tea Party republicano dentro de los demócratas, una renovación”, auguró Castrillón.

La pregunta ahora es si, con la nueva camada de líderes en ascenso, el Partido Demócrata logra quebrantar en las elecciones legislativas de noviembre la actual hegemonía republicana, o más bien, dando una apariencia mucho más izquierdista, termine fracasando al perder el grueso de sus votantes de centro.

El empleo que busca está a un clic

Te puede interesar

Las más leídas

Te recomendamos

Utilidad para la vida

Regístrate al newsletter

PROCESANDO TU SOLICITUD