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El desconocimiento del paradero de Jamal Khashoggi, un periodista de Arabia Saudí opositor de la monarquía de ese país, quien vivía en Estados Unidos, ocasionó que el presidente Donald Trump fuera blanco de críticas y que la comunidad internacional evidenciara, una vez más, la cercanía entre los norteamericanos y este país de Medio Oriente.
Todo comenzó el pasado 2 de octubre, cuando el periodista entró al consulado de Arabia Saudí en Estambul (Turquía). Desde ese momento, se conoce el vídeo de una cámara de seguridad que muestra cómo el hombre, que vestía un traje oscuro, entró al lugar, pero jamás salió y desde ese entonces está desaparecido. Incluso, una de las teorías que toma fuerza es que Jamal habría sido asesinado dentro del consulado, aunque aún no se ha encontrado un cuerpo que demuestre esta hipótesis.
Ante la extraña situación, senadores republicanos y demócratas criticaron que Trump no tomara una posición contundente al respecto. El mandatario se pronunció sobre el tema durante una entrevista con Fox News, asegurando que estos casos no se pueden permitir, que EE.UU. ha sido firme y que aportó investigadores para trabajar con Turquía y Arabia Saudí en las pesquisas de la desaparición.
Marcos Peckel, internacionalista y profesor de las universidades Externado y del Rosario, explica que “las relaciones entre ambos países son muy sensibles. Arabia es uno de los principales aliados de la administración Trump y por eso él no tomará una posición demasiado estricta y su forma de salirse del tema es creando comisiones de investigación”, como la que entró en marcha ayer para, según el gobierno, conseguir pistas de su desaparición.
Esta relación está enmarcada en un contexto económico por dos factores clave: el petróleo y los intercambios comerciales con armas. De acuerdo con cifras de la Organización de Países Exportadores de Petróleo, Opep, en septiembre de este año el país produjo 10,5 millones de barriles de petróleo diarios, cifra que lo posesiona como uno de las potencias petroleras. Respecto al tema armamentístico, según datos del Instituto Internacional Sobre la Paz de Estocolmo, en 2017 este fue el tercer país que más gastó en armas, con un monto de 69,4 mil millones de dólares y ocupó el segundo lugar entre los países con mayores importaciones.
“El presidente está tomando una posición que él justifica con una venta de armas a Arabia Saudí que se supone alcanzaría cien millones de dólares. Dice que no quiere hacer daño a esa ganancia para el país porque representaría ingresos y quiere evitar que Arabia no acuda a Rusia o a China”, explica Emilio Viano, docente de política internacional de la Universidad Americana de Washington.
Viano agrega que también puede haber asuntos económicos para la empresa de Trump que señalarían que él “piensa en el norteamericano, pero también en sus intereses económicos, en el presente y el futuro”.
Como Peckel y Viano, Juan Sebastián Brizneda, internacionalista de la Universidad Javeriana, reconoce la estrecha relación de Estados Unidos y Arabia Saudí e indica que “el incidente puede no escalar”. Entonces, la desaparición del periodista Jamal Khashoggi tiende a quedarse en el olvido a pesar de las críticas de los senadores estadounidenses y las alertas de la comunidad internacional sobre este caso. Como lo dice el profesor Peckel, en esta región no se piensa mucho en Derechos Humanos, sino en geopolítica.