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Houston llamando a Pablo Moreno

El oboísta toca por estos días en la orquesta que dirige el maestro Andrés Orozco, la Sinfónica de Houston.

  • FOTO FACEBOOK PABLO MORENO
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Houston llamando a Pablo Moreno
02 de agosto de 2017
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Pablo Moreno le debe a su mamá que hoy sea invitado a la fila de oboes de la Orquesta Sinfónica de Houston, una de las más importantes de Estados Unidos, y dirigida por el maestro Andrés Orozco Estrada, quien nació en Medellín.

Fue ella, Marillac Holguin, quien insistió en que fuera músico y no artista plástico, la profesión que él quería. Según Pablo, su madre hizo una fila para inscribirlo en el programa de música para niños de Bellas Artes, en Manizales.

Mientras tanto él esperaba en otra fila, para matricularse en artes plásticas. “Lloré y lloré porque quería ser escultor, pero mi mamá ganó y me agarró del brazo cuando llegamos a la ventanilla y me inscribió en música”. Desde ese día, cuenta, ha sido un afortunado. Lo han rodeado mentores maravillosos que han confiado en él y lo ayudaron a seguir su camino como oboísta.

¿Por qué escogió el oboe?

“Me escogió a mí. Después de la separación de mis padres, nos mudamos a Villamaría, Caldas, el pueblo de mi mamá, e ingresé al colegio Gerardo Arias. Como ya tenía conocimientos musicales, me aceptaron en la banda del colegio. Después de estar unos meses tocando platillos, me dijeron que me iban a poner en el clarinete, sin embargo, como no había suficientes instrumentos, tenía que esperar a que alguien se retirara. Por ese tiempo había un muchacho que se iba a graduar, y esa era mi esperanza para tocar el clarinete.

Cuando llegó el final de clases, el director de la banda, Carlos Eduardo Acevedo, me dijo que el muchacho del clarinete había perdido el año, pero que tenía un instrumento parecido que nadie sabía tocar, que se llamaba oboe...y ahí empezó esta historia de amor y odio a ratos”.

Antes de irse a estudiar y a tocar por fuera de Colombia, ¿qué estaba haciendo?

“Estudié Bellas Artes en Manizales, en la U. Nacional, y en Bogotá, donde me gradué de la Javeriana. Durante mi tiempo en la capital hice parte de proyectos muy enriquecedores. Uno de ellos, y que lo llevo en el alma, es un grupo que combina música llanera con occidental llamado Ensamble Sinsonte (cómo los extraño), el otro es el ensamble Alas de Prueba, un grupo del músico bogotano César López.

Con ambos hicimos grabaciones, pero el logro más importante, a mi modo de ver, fue la inclusión del oboe en la música popular del país. Con el ensamble Sinsonte fuimos a casi todos los festivales de música de Colombia, como invitados o como participantes”.

Aunque la música es un lenguaje universal, pasar de tocar en Colombia u otro país debe exigir algún cambio...

“Todos tienen un desarrollo distinto en la artes, dependiendo de su sistema económico y cultural. Cuando llegué de Colombia a Oberlin Conservatory (Ohio) fue un choque cultural, social y musical. Los niños que llegaban tenían un nivel musical muy alto para su edad. A mí me tocó empezar desde cero, desatrasarme y estudiar como loco para alcanzarlos y estar a su altura. En esa escuela aprendí a ser disciplinado, a ser constante y a disfrutar el tiempo libre (si es que había). Todavía sigo en las mismas, estudiando, leyendo y haciendo cañas. Practicar se convirtió en un vicio”.

¿Cuál es la obra más difícil que ha tenido que estudiar?

“Desde mi punto de vista, depende del contexto y de la cualidades de la pieza. Hay obras que son técnicamente complejas, hay otras que son más sencillas, pero que musicalmente son más difíciles por las herramientas de expresión que hay que usar. Para mí la más difícil que he tenido que estudiar, y que todavía practico todos los días, es el concierto para oboe en C Mayor K. 314, de W.A. Mozart. Es una obra que tiene que sonar muy elegante, fácil y gentil”.

Los músicos que se especializan en un instrumento hacen maestría y doctorado sobre él, ¿es necesario para abrirse campo en la música? “No es necesario para tocar un instrumento. Sin embargo, es un lujo tener un doctorado. Yo lo estoy haciendo por que a mí me gusta la academia y porque quiero ser profesor de universidad algún día, aquí en EE. UU. es un requisito”.

¿Cómo ha sido la experiencia de tocar en Houston?

“He sido muy afortunado. Ahora hago parte de las dos orquestas barrocas de la ciudad, Ars Lyrica y Bach Society of Houston. La experiencia siempre es muy enriquecedora porque trabajar con gente de niveles tan altos en la música lo invita a uno a tocar mejor, y se siente bien hacer un buen trabajo. Me estoy preparando para tocar en las más grandes. Yo salgo de un ensayo y me voy a estudiar otra vez. Toco con Jonathan Fisher, que es mi profesor de doctorado y pronto tengo una audición con la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles”.

¿A qué orquesta sueña

pertenecer?

Desde niño he tenido muchos sueños... Quisiera tocar en la orquesta que aprecie lo que hago, y en la que pueda desarrollar proyectos de música de cámara para todos los públicos”.

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