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Trate de salir sin bolso: dónde mete la billetera, las gafas, el maquillaje, la sombrilla por si llueve, el libro por si se aburre, las llaves de la casa, las pastillas para el dolor de cabeza. Y entre más grande, intente encontrar el celular cuando suene. El bolso no le falta a las mujeres y, cada vez más, tampoco a los hombres. Es indispensable.
Ángela Useche, directora de la Red de conceptos de moda de Acicam (Asociación colombiana de industriales del calzado, el cuero y la marroquinería), asegura que una mujer en Colombia compra uno, máximo dos al año y que lo que buscan es que sean versátiles, cómodos y que respondan a su gusto. “Llevar un bolso es sinónimo de estilo de vida, refleja cómo es la persona que lo porta”.
Sobre su origen no hay referencias concretas. El Museo del Bolso en España cuenta en su página web que para las antiguas civilizaciones era un contenedor que “apenas si tenía más finalidad que la meramente útil: la necesidad de transportar objetos de un lugar a otro”. Es en la Edad Media cuando se marca como “una prenda que va más allá de la simple utilidad y comienza a usarse acorde con la vestimenta de hombres y mujeres”.
Hoy las carteras, los morrales, los tipo sobre y los maletines son esenciales; se piensan como parte del vestuario diario. Hay que elegirlo según la pinta del día. “Si alguien se viste de negro y usa un bolso animal print le da un toque diferenciador a su atuendo”, dice la asesora de imagen Natalia Aristizábal.
La idea de que el bolso combine con los zapatos ya no se usa. Porque este tiene sus diseños y sus olas de moda. Lo que se verá el resto del año y a inicios del próximo será mucho colorido, saturación en bordados y apliques que serán un reflejo del intercambio de información y la rapidez con la que se vive.
Estas son las tendencias para los próximos días, según el estudio que hacen desde Acicam.