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En el mundo financiero suena cada vez y con mayor frecuencia el término bitcoin. ¿Qué es? Un tipo de moneda para el intercambio de bienes y servicios a través de la red mundial de información y que por lo tanto es intangible y virtual, así que no se puede usar físicamente como se hace con billetes y monedas.
Así lo explica Julián Pareja Vasseur, docente del Departamento de Finanzas de Eafit, quien menciona que el valor del bitcoin depende, en exclusiva, del número de transacciones realizadas en la red P2P y, por ende, está en función de la oferta y la demanda, como ocurre con muchos productos o servicios en la economía.
“Usualmente se requiere descargar aplicaciones en los teléfonos inteligentes para crear un monedero y, con ello, generar una dirección pública con la que se identifica el usuario, y una clave privada para recibir o enviar fondos”, agrega Pareja.
De acuerdo con Raúl Armando Cardona Montoya, jefe del Pregrado en Finanzas de Eafit, esta divisa, que inició en 2009, está respaldada con el saldo de cada usuario, al comprar y vender bitcoins.
“Los usuarios compran bitcoins con dólares o euros y van usándolos como depósitos electrónicos, con claves personales, en procesos registrados en múltiples redes computacionales. Estas le dan el sustento tecnológico al negocio”, refiere Cardona.
Así mismo, indica que existen firmas alrededor del mundo cuyos servicios se asimilan a los de agentes de bolsa, para facilitar el intercambio de monedas convencionales por bitcoins.
Julián Andrés Parra Polanía, investigador principal de la Unidad de Investigaciones del Banco de la República, advierte sobre una de las fallas del bitcoin: que al no tener valor fundamental o al este ser muy pequeño y basarse en la confianza de las personas, sin una institución de control para garantizar la estabilidad de su valor, la inversión es altamente especulativa.
Ese fue uno de los hallazgos de la investigación “Bitcoin: algo está fundamentalmente mal”, realizada por Parra, de la mano de José Eduardo Gómez González, investigador principal de la Unidad de Investigaciones del Banco de la República, ambos economistas y, además, doctores en Economía.
Raúl Cardona añade que el bitcoin, al no estar controlado, carece del respaldo alcanzado por el papel moneda (en metales o divisas) y, cuando esto no sucede, la inflación puede aumentar desmedidamente.
Dicha situación ya se ha presentado con esta nueva forma de pago, debido a la acción de algunos especuladores, limitada únicamente a través de nuevos protocolos implementados en las aplicaciones y sistemas.
Para Gómez, el bitcoin ha tenido fuertes subidas de precio, así como descalabros frente al dólar. Por eso, como otros activos de inversiones especulativas y alta volatilidad, puede tener períodos de utilidades o pérdidas difíciles de pronosticar.
“Aunque no se sabe cuántos colombianos están haciendo estas inversiones, a medida que el precio sube y hay más incentivos muchos podrían estar tomando créditos para comprar bitcoins, una situación que, en caso de pérdidas, ocasionaría un aumento de la cartera vencida para los bancos, debido a quienes no pueden pagar”, señala el economista. Por estos motivos, los expertos no recomiendan a los inversionistas conservadores o moderadamente arriesgados considerar la inversión en esta moneda digital.