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Los pronósticos tras la primera vuelta presidencial, en la que participaron 19.636.714 colombianos, no apuntaban a que el comportamiento para la segunda alcanzara el nivel al que llegó. Sin embargo, solo fueron 125.546 votos menos que en mayo.
Ni el Mundial de fútbol que tuvo un partido hasta casi las 3:00 de la tarde logró que menos personas salieran a votar. Sin embargo, el abstencionismo sigue marcando una tendencia alta, pues 17.272.772 prefirieron no acercarse a los puestos de votación, enviando un mensaje, según analistas, de desinterés con las ideas que se mantuvieron en contienda.
Para la directora de la Maestría en Gobierno del Territorio de la U. Javeriana, Patricia Muñoz Yi, este es el resultado de los dos polos opuestos que llegaron al final del proceso electoral, pues le dieron a los ciudadanos la convicción de que el voto “sí sirve para tomar la decisión más importante del país”. Además, resalta la analista, el crecimiento del voto en blanco, motivado por candidatos que cayeron en primera y por políticos que no se sentían identificados, también motivaron a los ciudadanos para votar.
Jorge Luis Yarce, docente de Derecho de la U. Central, explica que estas son, desde 1991, las elecciones en las que las “mayorías” tomaron la decisión, dejando la abstención por debajo del 50 %. “Es una migración desde la abstención al voto en blanco”, resalta.
Al indagarles si esta tendencia se mantendrá en futuras elecciones, los analistas coinciden en que dependerá de la fuerza con la que lleguen los candidatos, es decir, que se acentúen espectros políticos de izquierda y derecha.
Para ambos, este proceso electoral mostró, sin duda, que los colombianos están más interesados en elegir a sus gobernantes, pero los políticos deberán enfocarse en diseñar y llevar a cabo estrategias para llamar la atención o generar interés en ese más de 40 % que aún prefiere quedarse en casa o irse a pasear en un domingo electoral.