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Cuando completa un mes llevando las riendas de Estados Unidos, reversando la política migratoria, deshaciendo o modificando acuerdos económicos y despertando históricas protestas en las calles, Donald Trump alardeó con que “nunca ha habido un presidente que haya hecho tanto en un periodo tan corto”.
Hay quienes creen que es así. Felipe Buitrago, analista internacional de la Universidad de Antioquia, en sus primeras cuatro semanas, dice que el magnate ha hecho algo que al menos en la política estadounidense no se había visto, y es que ha cumplido con las propuestas que divulgó en campaña para el primer mes.
Lo anterior, continúa, demuestra que desde el sector privado se pueden ocultar promesas para los gobiernos, capaces de romper con los intereses y clientelismo de la política, aunque reconoce que la renuncia de su principal asesor de seguridad, Michael Flynn, por ocultar información sobre conversaciones con Rusia, sí fue un golpe contundente a su corta gestión.
Para David Shirk, profesor de departamento de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad de San Diego, otra es la sensación.
“Es increíble la rapidez con que este gobierno parece querer destruir las estructuras internacionales que han forjado una estabilidad a nivel mundial después de la posguerra”, comenta, y añade que aunque los gobiernos de su país siempre han tenido pesos y contrapesos, esta vez, un gabinete muy alineado con Trump y los republicanos liderando en el Congreso, parecen dejar al presidente con un margen de maniobra superior.
Además de generar rupturas en temas internacionales, que han implicado las distancias con México, con la Unión Europea y con China, y una probable cercanía con Rusia, de acuerdo con Saúl Pineda, director del Centro de Pensamiento en Estrategias Competitivas de la Universidad del Rosario, la decisión de Trump de salir del Acuerdo Transpacífico y de “retocar” el Tratado de Libre Comercio de América del Norte marcaron una nueva tónica de proteccionismo extremo que tiene al mundo en estado de incertidumbre.
Entretanto, el presidente parece estar en una luna de miel con los empresarios norteamericanos concentrados en el mercado interno. “Los anuncios de reducción de impuestos los tienen en un momento de jolgorio, mientras repuntan sus compañías en la Bolsa”, detalla Pineda, y teme que el mercado externo, impactado además por las nuevas y amenazantes políticas migratorias (ver infografía) termine exacerbando aún más el rechazo mundial a las relaciones con Estados Unidos y conviertan a China en el nuevo adalid del libre comercio . n