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Una fuerza magnética alrededor de la cual giran todas las cosas y todas las personas. Eso es Mariana Pajón, la bicampeona olímpica que, tras una temporada de aparente calma, enfila toda su energía para el ciclo olímpico que apunta a Tokio-2020. Además de seguir dominando en BMX la antioqueña dejó abierta la puerta en los pasados Juegos Bolivarianos de Santa Marta, para competir en la pista olímpica y diversificar sus objetivos.
EL COLOMBIANO habló con ella en medio de un evento promocional en Medellín antes de que aparezcan los viajes y las competencias.
“Feliz. Muy cargados del apoyo y la energía de nuestras familias. Estas primeras semanas de matrimonio han sido muy bonitas. Nos parece que fue antier y ya casi van tres meses. Tengo al lado a un gran compañero”.
Un 2018 de roles nuevos; la boda era un momento esperado por la gente, pero la incursión en pista sí fue una sorpresa...
(Risas) “Sí, trabajamos calladitos, la verdad. Fue muy grato porque me demostró, otra vez, que los retos llegan por nosotros aún sin tenerlos previstos, y por eso hay que levantarse todos los días para estar preparados, y, como se dice, que no nos cojan con los calzones abajo”.
Cuéntenos...
“Yo entreno mucho en velódromo, porque me ofrece condiciones necesarias para preparar competencias de BMX. En vísperas de los Juegos Bolivarianos, Juli tuvo bebé (habla de Juliana Gaviria, esposa del reciente campeón mundial de keirin Fabián Puerta). Y en ese momento no había en el país una niña que tuviera mi tiempo en el velódromo. Fue una puerta que se abrió y decidimos entrar. Era muy retador porque, además del oro, se buscaba un récord nacional. Como te digo, calladita asumí ese desafío y bueno, decís que fue una sorpresa para la gente, y sí, pero una muy feliz”.
Luego de ganar en Río 2016, dijo que necesitaba un tiempo para recargarse. ¿La pista se presentaba también como un descanso del BMX?
“Todo intento de reinventarse en cualquier escenario de la vida te brinda un beneficio físico y emocional. Entonces podríamos decir que sí. El año pasado lo pensamos un poco como una transición luego de los Juegos de Río, aún así acumulé 33 o 34 carreras, corrimos la Copa de Francia, que era una gran motivación personal. Igual, sí sentí el descanso, hubo tiempo para mi familia, amigos, otros proyectos y lugares. Lo que pasa es que bajarse de la bicicleta no es fácil”. (Risas).
¿En qué momento cree que esos proyectos de pareja que tiene con Vincent Pelluard van a desplazar en orden de prioridades los objetivos deportivos?
“En todo este tiempo que Vincent ha hecho parte de mi vida ha ocurrido todo lo contrario. El hecho de que él también sea bicicrosista obviamente pesa mucho en la posibilidad de que compartamos estilos de vida y espacios. Pero, además, su espíritu y su forma de ser llegaron cuando yo necesitaba una motivación personal y en mi carrera. Si él no estuviera motivándome para volver a otro ciclo olímpico yo, la verdad, no sé dónde estaría en este momento”.
¿Pero podría llegar pronto el momento en que aparezcan esas otras prioridades?
“Van a haber otras prioridades, pero no podría ahora hablar de un tiempo preciso. Claro que sueño con formar una familia, tener hijos. Pero esas facetas de nuestras vidas llegarán en su momento ideal”.
En los últimos meses usted se ha metido activamente en temas coyunturales del país como el proceso de paz y la reconciliación ¿De dónde surgió esa motivación?
“De una pregunta que empecé a hacerme cuando gané la primera medalla olímpica en Londres-2012. ¿Cómo convertir esta medalla en un apoyo real para la juventud de mi país? Y bueno, el año pasado me dieron la oportunidad de ser embajadora de reconciliación. Nuestra labor es sensibilizar a los jóvenes que nacieron y crecieron en tantos territorios difíciles de este país a través del deporte. Ayudarles a encontrar los caminos y las motivaciones para un buen proyecto de vida a partir del deporte. Ahora, cuando el país busca un nuevo rumbo, a nosotros, como deportistas, nos corresponde ese granito de arena”.
Ya antes de estas iniciativas sociales también había sido una voz crítica acerca de la dirigencia y políticas deportivas del país...
“Lo que pasa es que yo siempre he creído que un deportista en Colombia tiene unas pelas que dar fuera de los escenarios deportivos. No solo por nosotros sino por los que vienen detrás. Cuando las condiciones para los deportistas en el país sean óptimas y tengan las garantías que permitan explotar su talento, entonces podremos concentrarnos solo en prepararnos. Mientras tanto, toca hablar, unirnos, dar pelea”.
Uno de esos temas dirigenciales desencadenó en una polémica entre usted y Nairo Quintana...
“Sí, pero no pasa nada. A Nairo lo respeto y admiro muchísimo. Lo que pasa es que siempre habrá personas con deseo de generar caos. Pero el aporte y las opiniones que cada deportista puede dar para cambiar cosas es valioso. Cómo no va a ser importante lo que diga y piense un deportista que se pasa la vida de ciudad en ciudad, con una maleta cargada de esfuerzos en los aeropuertos para ir a competir en torneos y buscar poner nuestra bandera en alto”.
¿Cómo andan los apoyos al BMX nacional?
“Han mejorado, eso es innegable. Antes nos deseaban suerte cuando íbamos a jugar con tierra. Así nos decían. Ahora estas generaciones compiten ya en un deporte olímpico que recibe importancia dentro del panorama deportivo nacional. El auge del BMX en las niñas es enorme y han sido muy exitosas también. Nos hemos profesionalizado, tenemos buenos entrenadores y pistas. Vamos por buen camino. Este ciclo olímpico apunta a ver nuevas figuras que se perfilan para grandes cosas”.
El nivel en la región parece haber crecido bastante...
“Muchísimo. Por eso nuestro BMX no puede dejar de crecer y buscar herramientas. Ahí tendremos un buen examen en el Suramericano de Cochabamba y luego en los Centroamericanos de Barranquilla, con los retos que siempre exige correr en casa”.
“Yo me le mido a lo que sea (risas). Sí, la verdad me suena. Pero primero vamos a ver cómo es el sistema para clasificar en pista en los próximos Olímpicos y cómo podemos armonizar eso con nuestros objetivos en BMX”.
“Francamente, creo que aferrándome a cosas pequeñas. Levantarte todos los días para mejorar tu desempeño en el gimnasio, perseguir una marca específica y romperla. Ese tipo de cosas que, digamos, uno pensaría que después de obtener títulos mundiales y las medallas olímpicas no tienen importancia, pero que en realidad son todo lo contrario. En la etapa de madurez de un deportista es cuando toman valor”.
“Yo añoro, sobre todo, los momentos en los que puedo ser yo en un espacio íntimo. Montar bicicleta por trochas o hacer cualquier cosa común como cuando era la niña que pocos conocían. La verdad, nunca pensé que lo que haría en este deporte causaría tanta repercusión, y a veces sí hace falta respirar de tanto revuelo. Afortunadamente la bicicleta, en sí misma, ha sido una gran terapia en mi vida”.
“Trabajamos para la gloria. No tiene sentido tanto esfuerzo si no es para pelear por darle alegrías a este país. Por escuchar el Himno de tu país en unos Olímpicos vale la pena dejarse la piel” .