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7 y 9
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Ese día me levanté un poquito ansioso, pero contento porque era regresar a casa. Minutos antes de salir me puse a pensar que meses atrás había firmado mi primer contrato como ciclista profesional (tenía 23 años), después de buscar mucho tiempo la oportunidad y a la par trabajaba en Pintuco para ganarme la vida.
Y ahí estaba a punto de terminar mi primera Vuelta a Colombia. De andar pensando en eso olvidé el cansancio de una carrera que había sido dura, rodeado de ciclistas muy fuertes, era tremendo lote: Nairo Quintana -que abandonó por un accidente-; Sergio Luis Henao, Járlinson Pantano, Darwin Atapuma, Víctor Hugo Peña, Félix Cárdenas, Marlon Pérez, en fin.
En ese entonces varios de ellos comenzaban a hacerse su nombre y corriendo a su lado ya sospechabas que podían llegar lejos. Europa era una ilusión que tantos teníamos y por la cual estábamos decididos a hacernos moler en las carreteras del país.
Recuerdo que tan pronto salió la etapa, Marlón Pérez, que era un referente para muchos de los que estábamos empezando, y con el que tuve el honor de compartir en el GW Shimano, se mandó en una fuga tremenda que incluso lo alcanzó a poner de líder de la general. Pero decidió esperar a un compañero, Camilo Gómez, y, con su ayuda, fortaleció una fuga y subimos el puerto de montaña de Patio Bonito, junto a Atapuma y otros muy fuertes que buscaban la etapa.
Yo ya empezaba a imaginar lo lindo que sería cruzar primero la meta en el parque de La Unión, donde me estaban esperando mis papás y tantas personas que me han ayudado y gritar luego de recorrer la zona que tantas veces he transitado en bicicleta pues soy de El Carmen de Viboral.
La inexperiencia me decía: ¡mándese! Pero me contuve y seguí guardando energías, haciendo una buena estrategia con Camilo que iba a mi lado para ayudarme a coronar ese sueño. Cuando llegó el ascenso final, casi unos cinco kilómetros antes del final, ataqué con el alma, les pasé de largo a los de la fuga y no dejé de darle hasta que crucé la meta en solitario. ¡Qué gran triunfo!
En medio del tumulto vi a mis papás, Marina y Emilio. Quería abrazarlos, quería hacer de todo al tiempo. Siempre quise ser ciclista y ahora disfrutaba mi primera victoria en la Vuelta a Colombia.
Tenía ganas de llorar y el cansancio era tanto que sentía náuseas. Pero nada pesaba más que la alegría que tenía.
Atrás todavía estaban Henao, Fredy Montaña y Cárdenas lanzando ataques a muerte, luchando por la general. Atapuma fue segundo y Henao mantuvo el liderato.
Ahora en la Vuelta de 2018 y justo el martes pasado, luego de caerme antes de la meta, logré ganar en Barichara una nueva etapa de esta carrera y recordé aquella sensación que tuve 8 años atrás, ese día en La Unión. Alguien me dijo que me cuidara en la etapa para que tuviera arrestos antes de llegar a este municipio. Las cosas en ciclismo no funcionan así. Vas día a día, sin ahorrarte nada, y confiando en hacerlo bien al siguiente.
Estoy a punto de finalizar una nueva Vuelta a Colombia, un nuevo recorrido por este país bonito y exigente, como siempre, con un gran equipo (Strongman) y de la mano del profesor Luis Alfonso Cely, mi papá en este deporte.
Nunca voy a estar lo suficientemente agradecido por poder hacer lo que me gusta. Veremos si puedo llegar nuevamente victorioso al parque de La Unión y si dará espectáculo en la general como aquella vez. Ojalá así sea.
*Ganador de la etapa que terminó en La Unión el 2011 .