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Las vidas de cuatro personajes, sus historias íntimas, contadas a través de la danza. De las cosas del querer es una obra sobre el amor y las relaciones humanas y, desde ahí, las pasiones y la inclusión, el cómo se van aceptando, por ejemplo, las relaciones entre personas del mismo sexo.
Peter Palacio, el director artístico de Danza Concierto, explica que el artista tiene que ser consecuente con su espacio y su tiempo, y la inclusión es un tema de ahora. Por eso, De las cosas del querer habla de eso que ha visto en su vida: “Hechos que han sido tabú antes y que ahora están siendo aceptados”.
La idea estaba, pero no la música, y por eso todavía no se había vuelto puesta en escena. Hasta que buscando se encontró, de primero incluso, a Sergei Rachmaninov, y escogió tres obras, Melodie Op. 3 No. 3, Vocalise Op. 34 No. 14 y Elegie Op.3 No. 1.
En ellas encontró la relación entre danza y música que quería para crear el ambiente exacto para contar el amor: son dos parejas, precisa él, que tienen experiencias tanto heterosexuales como homosexuales. “No hay nada brusco ni tosco. Es sutil, y eso lo permite la música. Estamos hablando de las relaciones humanas en un contenido de uniones y ausencias, irracionales y nostálgicas”.
En el escenario están los artistas Wilson Torres, Erika Meneses, Jonathan González y Hannah Farrell, una bailarina norteamericana que es la invitada internacional de esta vez.
La música de Rachmaninov sonará en el piano de Juan David Mora y el chelo de Carlos Montoya.
Desde la compañía describen la pieza en un escrito: “Es una creación coreográfica a la manera de la danza contemporánea, con sus directrices escénicas enfocadas en el movimiento, la música y la imagen, envueltas en una expresión visceral y sensual motivada por los sentimientos y emociones de los intérpretes”.
Como ya se ha vuelto tradición anual desde 2009, cuando empezaron con Lorca por siempre, Danza Concierto presenta esta pieza que se suma a otros nombres del repertorio de la compañía como Cicatrices y sueños (2016), En los días del cólera, homenaje a Gabriel García Márquez (2015) y Espacios para Bach, Brahms, Chpoin y Cangelosi (2014).
Dos obras en una función
De las cosas del querer es una pieza corta: 20 minutos. Peter dice que no necesita más. Así es suficiente para enredar y desenredar la vida de esos cuatro personajes.
El espectáculo, sin embargo, no termina ahí. Van a presentar Cicatrices y sueños, la obra del año pasado que estrenaron en el Teatro Pablo Tobón, cuando el Metropolitano estuvo cerrado por arreglos en la tramoya.
Decidieron que la querían presentar de nuevo en el teatro que ha sido su espacio hace tanto, así que le hicieron unos cambios en la trama inicial y pasaron de cuatro bailarines a siete en escena.
El trabajo cuento, señala Peter, las cicatrices de 50 años de guerra y los sueños por la paz, en siete escenas: Una, la huida. Dos, las violaciones a los derechos humanos. Tres, los desplazados. Cuatro, las ausencias, el llanto de los muertos, a través de la voz de la soprano Natalia Trejos, quien hace un solo a manera de lamento. Cinco, la mesa de diálogo, el acuerdo. Seis, la paz, y ahí danza el bailarín invitado, Álex Gutiérrez, colombiano que vive en París. Siete, una escena por la vida. Una cumbia en blanco, que representa el gran sueño de celebrar la paz con una fiesta.
La obra dura una hora. La música es de John Pasthas, Iaanis Xenaquis, Luis Fernando Franco, Casey Cangelosi y la cumbia de Paito. “Nos habla de un tiempo hoy, de un tributo a las víctimas del conflicto con nombres y sin ellos, inspirada en la imperecedera profundidad emocional humana, en lo sublime del arte de la danza y de la música”, escribieron sobre la obra desde Danza Concierto.
La danza contemporánea en el escenario. Para contar historias. Para sentir.