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Walter Riso se puso a cocinar novelas

Con Pizzería Vesubio, obra autobiográfica, el psicólogo ingresa

a la ficción.

  • Walter Riso decidió escribir la novela cuando descubrió en qué barrio de Nápoles nació. FOTO Juan Antonio Sánchez
    Walter Riso decidió escribir la novela cuando descubrió en qué barrio de Nápoles nació. FOTO Juan Antonio Sánchez
  • ÓPERA PRIMA DEL PSICÓLOGO
    ÓPERA PRIMA DEL PSICÓLOGO
26 de mayo de 2018
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Entre los recuerdos más simpáticos que tiene Walter Riso sobre su padre es de un hecho sucedido cuando aquel tenía nueve años.

El hombre se paró al lado suyo, con solemnidad, y le dijo: “A tu edad, yo ya era hombre”. Walter creyó que le iba a hablar de mujeres, pero le enseñó cómo se cocinaba una pizza napolitana, con pata de cerdo. Después de una trayectoria como autor de 25 libros de psicología divulgativa, entre los que la gente recuerda ¿Amar o depender?, Despegarse sin anestesia o Pensar bien, sentirse bien, Riso presenta ahora su primera obra literaria: la novela Pizzería Vesubio.

Es un relato autobiográfico, narrado en primera persona por un personaje que tiene un nombre muy italiano: Andrea, en quien el escritor hace coincidir su historia.

“No es un alter ego mío —aclara—. No es, ni siquiera, un ávatar. Él hace cosas que yo no haría y yo hago cosas que él no hace”.

En la novela, el autor decidió escribir sin miedo gran parte de su biografía. Su condición de napolitano, hijo de una familia de inmigrantes que llegó a Buenos Aires, Argentina, a sobrevivir, en tiempos de posguerra: 1951. Sin miedo, explica, porque de lo contrario, esa historia le quedaría tibia, sin mayor interés. Tampoco debe haber miedo a lo que diga la crítica, agrega.

Esos primeros años en el país suramericano fueron difíciles. La pobreza abundaba. Los italianos eran unos luchadores, unos guerreros por la subsistencia, al punto que en el saludo no decían cómo va tu vida, sino cómo va la lucha.

Y la comida, presente en el libro como un hilo conductor, era fundamental entre ellos. Él fue aprendiendo las recetas y las incorporó en la novela, todas ellas con música de fondo.

“Si me preguntan qué es la vocación, diría que es aquello por lo que uno estaría dispuesto a pagar por hacer. ¿Pagaría yo por atender pacientes? No. Lo hago con gusto, pero no es lo que más me complace. ¡Yo pagaría por cocinar! Es lo que mejor hago”.

Más que inspiración

Estos asuntos, la cocina, la pobreza material y la lucha por la subsistencia aparecen en la novela. Matizados con expresiones en italiano que le dan vida y verosimilitud a ese ambiente de inmigrantes nostálgicos con la Italia dejada, que el autor quiere crear.

Otro recuerdo es que comparaban todo: la sandía napolitana es más grande que la de aquí. Ese puchero que ustedes se comen (sancocho) ni para los marranos. ¡El mar de Nápoles! Un día llegaron a comparar el cielo. Le preguntó a la mamá qué tenía el cielo de Nápoles y ella contestó: es más grande. Después, Andrea, fue a Nápoles y pudo comprobar que ella tenía razón.

Muchos de sus seguidores, es decir, de aquellas personas que han buscado por años sus libros de psicología de la vida cotidiana estarán preocupados porque su autor cambió el contenido de sus escritos: Se volvió novelista.

“No —se apresura a responder—. Seguiré escribiendo en ambas líneas: literatura y psicología”.

O sea, que la experiencia como escritor de novelas le quedó gustando.

“Escribiendo esta novela me sentí maravillosamente irresponsable. Como psicólogo cada idea hay que fundamentarla. No se puede decir estupideces porque está en juego la salud de la gente. En la novela, no hablo yo, los personajes pueden decir lo que quieran. Me sentí libre”.

Sin embargo, como uno no puede escapar de lo que es —en su caso, psicólogo—, en la novela se encuentran frases que van en la vía de esos libros de enseñanzas: “El perdón no siempre se justifica”, dice unos de los personajes.

Los diálogos, que abundan en este relato, son sueltos y naturales. Intercala expresiones en italiano, que los inmigrantes, recién llegados a Argentina, no abandonaron e intercalaban con el español.

Esos vocablos en el idioma europeo le aportan familiaridad al ambiente.

“Ah, se me olvidaba contar que estudié teatro cinco años. En San Luis. E hice teatro también. Por eso se me facilitaron los diálogos”.

Y en cuanto al título, Pizzería Vesubio, ¿cuál es la importancia de la pizza y hay un referente real del establecimiento?

“La pizza napolitana fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Quien come una auténtica pizza no come sino que comulga. Y en cuanto al restaurante, mi papá tuvo varios y se quebraba. Sí lo hubo con ese nombre, no en Buenos Aires, sino en San Luis”.

Además de comida, Walter Riso prepara una obra en la que combina los dos ejercicios: literatura y psicología. Es novela psicológica.

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