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¿Quién es Margarita de Austria, que está de visita en Medellín?

Un pedacito del Museo Nacional El Prado, de Madrid, uno de los más importantes del mundo, llegó a la ciudad. 53 fotografías para recorrerlo.

  • Detalle a Las Meninas, de Diego Velázquez. Foto Edwin Bustamante
    Detalle a Las Meninas, de Diego Velázquez. Foto E dwin Bustamante
  • ¿Quién es Margarita de Austria, que está de visita en Medellín?
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  • ¿Quién es Margarita de Austria, que está de visita en Medellín?
17 de noviembre de 2018
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Está la niña con su vestido, con su pelo amarillo. Están las otras dos mujeres, que miran a la niña, en reverencia. Está el autorretrato del pintor, Diego Velázquez, a la izquierda, con su pincel. Está una monja y un señor al fondo, que parece irse. Está un espejo al fondo que refleja a dos –son los reyes Felipe IV y Mariana de Austria, padres de la Infanta–. No están las otras tres mujeres ni los otros dos cuadros ni el lienzo gigante que va de arriba abajo. Tampoco el perro.

La niña, sin embargo, está cerquita, y lo mira, casi a su altura –eso depende de qué tan alto es–, incluso si se mueve a la derecha, a la izquierda o se agacha para esconderse.

Las Meninas de Velázquez, esas mismas que están en el Museo El Prado, en Madrid, España, que ocupan una sola pared, casi completa (el cuadro mide 320,5 por 281,5 centímetros), que son un óleo que el artista hizo en 1656, están en Medellín, al aire libre, en Parques del Río.

O está una copia sin el perro aquel ni lo demás, en un rectángulo de 100 por 220 centímetros. Es una reproducción 1:1, es decir, del mismo tamaño de la pieza original, solo que adaptada a ese rectángulo blanco, que tiene un palo para pegarse al piso. Por eso no está lo demás, pero sí una imagen pequeña de cómo es completa y un rectángulo amarillo que muestra el corte. También va una explicación, en español y en inglés:

–Se trata del cuadro más famoso de Velázquez, que sobresale por la utilización de temas aparentemente realistas que esconden un complejo mundo de significados y relaciones, y por ser el que mejor compendia las características de su arte: construcción espacial modelada a través de la perspectiva y de la luz, composición equilibrada tanto en el juego de masas como en la variedad de las figuras y las acciones, factura libre y segura, y exquisita belleza de cada uno de los personajes.

Tanta belleza que a la niña mona se le ven los cachetes rojos. Y puede seguir leyendo que la escena se desarrolla en una sala del Alcázar de Madrid, que la niña es la infanta Margarita, que los dos del lado son dos bufones y el perro es un mastín. Etcétera.

A esa pieza la acompañan otras 52, entre ellas La maja desnuda de Francisco de Goya, El jardín de las delicias de El Bosco, Judith en el banquete de Holofernes de Rembrandt. Todas pinturas que hacen parte de las colecciones del Museo del Prado, y que llegan a la ciudad como parte de la exposición El Museo del Prado en Medellín. La visita va a durar dos meses: del 6 de noviembre al 6 de enero.

Para asolearse

La muestra es un viaje virtual a través de fotografías de las obras. Una galería al aire libre. María Ester de Frutos González, curadora de la muestra y jefe de servicio del Área de Educación de la institución, explica que la idea es sacar el museo de ese edificio en Madrid que fue construido en 1818.

Es una exposición itinerante que lleva moviéndose por Suramérica y Centroamérica desde 2011. Ahora llega a Bogotá y a Medellín, aunque espera, precisa María Ester, que siga a otras ciudades. Que llegue a Parques del Río es una de las actividades del programa Foco Cultura España-Colombia, organizado por Acción Cultural Española con la idea de promover el intercambio cultural entre los dos países, con apoyo esta vez del Museo y la Alcaldía.

El director del Prado, Miguel Falomir, explica la propuesta en el catálogo: “Esta exposición es lo más parecido a estar delante de los cuadros en las salas del Museo, deleitándose en la contemplación del rico colorido, las vibrantes pinceladas, los extraordinarios juegos de luces o los fascinantes rostros que habitan en las pinturas”.

Y es, sigue él en su explicación, la posibilidad de conocer la historia de España, de Europa y del arte occidental, a través del arte desde comienzos del siglo XII hasta los primeros años del siglo XX.

María Ester, a quien la acompañó Fernando Pérez Suescún en la curaduría, señala que las obras escogidas son un pedacito de todo lo más importante que hay en El Prado, obras maestras, de 40 artistas: las elegimos teniendo en cuenta las obras de la colección. “Empezamos en la escuela española, con la mural, gótica y románica y continuamos hasta el siglo XX, con Rosales o Fortuny, entonces se va viendo una evolución de la historia del arte. Vamos pasando por los pintores del Renacimiento, del Barroco, luego ya por los del siglo XIX, Goya, y serviría para hablar un poco de la evolución de la pintura europea, a lo largo de la historia del arte”.

Difícil elección, por supuesto: El Prado tiene más de 35.000 objetos, entre los que hay más de 8.000 pinturas. Entre esas escogieron las 53 piezas que se ven en Parques del Río, al ritmo del rumor del río Medellín, que pasa suave a un costado.

El Prado es considerado uno de los museos más importantes del mundo. En 2017, la web de viajes TripAdvisor, con base en comentarios de viajeros, lo eligió como el noveno mejor, el mejor de España y el cuarto de Europa). Es además uno de los más visitados. El año pasado pasaron por sus corredores 2.824.000 personas, según el informe anual Tea/Aecom Theme Index and Museum Index.

Ir sin reloj

De pronto, aparece El jardín de las delicias, de El Bosco. 1500-05. Óleo sobre tabla. 220 por 389 centímetros. También un recorte, de la parte central. También una explicación.

–Esta obra de carácter moralizante es una de las creaciones más enigmáticas, complejas y bellas de El Bosco, pintor que fue muy apreciado por Felipe “el Hermoso” y, especialmente, por su nieto Felipe II, que adquirió gran número de obras suyas.

El carnero, en cambio, sí cabe completo en ese rectángulo blanco, es más, cabe con el doble marco. Se llama Agnus Dei. 1635-40. Óleo sobre lienzo. 36 x 62 centímetros. Obra de Francisco de Zurbarán. Pintura española. Está sobre el suelo, la mirada está triste, la lana enredada.

–Un pequeño carnero de raza merina, de entre ocho y doce meses de vida, con las patas atadas y colocado sobre una mesa gris.

Todo depende. Hay obras que caben enteras, otras con el marco, algunas solo un trozo que ellos eligieron, y eso está bien, precisa María Ester. “Queremos transmitir la potencia de las obras, ver la pincelada, el tamaño. Todo lo que te puede transmitir una obra de arte al verla. No queríamos hacer promos ni pósters, sino realmente tener la sensación de que estás delante de la obra”.

La curadora añade que el espacio en Medellín es perfecto para servir al objetivo de encontrarse con el arte desde el ocio. Es más, que se parece mucho a un lugar que ellos tienen en la capital de España, el parque Madrid Río, y aunque la exposición tiene un orden (la organización por escuelas, del siglo XX al XII), señala, no se tiene que seguir, ni siquiera se tiene que ver entera o saber de historia de arte: verla por el placer de pasear. El sitio lo va llevando. Incluso por dónde empezar puede influir según la entrada que elija a Parques del Río.

En la mitad, por ejemplo, hay un rectángulo más grande, con un texto sobre la pintura italiana.

–Puede ser considerada, por un número de obras y calidad de las mismas –se lee ahí–, como la segunda colección más importante del Museo del Prado.

En esa parte de la muestra es que se puede ver David vencedor de Goliat, de Caravaggio.

En otro punto se habla de la pintura flamenca. Es, finalmente, la segunda escuela por número de obras propiedad de la institución, más de 1550. En esa parte va a encontrar El jardín de las delicias ya mencionada y El paso de la laguna Estigia de Patinir. Hay otras escuelas, como la francesa o la alemana, en las que se puede ver a Poussin y a Rembrandt. Y así se va llegando a las 53.

Mientras tanto, igual puede aprender del lugar. “La vegetación característica de ribera –se lee en un módulo negro al frente de una de las obras– está compuesta por árboles, plantas herbáceas (hierbas) y algunos arbustos”.

Después siga con el arte. La colección española, por supuesto, es la mejor representada en El Prado (tiene 5.000 obras y en esta exhibición andante, 25). De esa igual hay una explicación grandota. Ahí verá a Velázquez y obras de Goya y El Greco.

–Su origen se encuentra en la Colección Real –se explica en el cartel aquel–, iniciada por Carlos V y Felipe II, aunque sus predecesores, especialmente la reina Isabel la Católica, ya mostraron su interés por atesorar obras de arte.

La maja desnuda lo mira y lo sigue, coqueta, con sus manos levantadas. Francisco de Goya la pintó entre 1797 y 1800. Es un óleo sobre lienzo. 98 por 191 centímetros. Solo no está, en ese rectángulo, un pedazo de sábana y otro de pared. De resto está toda ella. Es el único desnudo femino del artista.

Ahora sigue usted, para que a su paso y a su tiempo, se arrime no al mejor árbol (aunque se puede) sino a la obra que se le ocurra. Tal vez se tope El archiduque Leopoldo Guillermo en su galería de pinturas en Bruselas, de David Teniers El Joven, y le toque quedarse ahí, mirando ese montón de pinturas que hay en la pintura.

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