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Es común pensar que para ver una obra de Alejandro Obregón, de Ramón Vásquez o de Carlos Jacanamijoy es preciso ir a un museo y, especialmente, durante los días en que estén en exposición. Sin embargo, también están las galerías, para apreciar el arte de creadores nacionales y extranjeros de diversas épocas.
Si bien son sitios donde se puede ir a comprar obras de arte, a ellas se acude a aprender y a disfrutar, sin que necesariamente se tenga que adquirir alguna pieza.
En los últimos meses han abierto tres espacios nuevos en Medellín, La Balsa, El Laberinto y 925 Art, y ello habla de comerciantes creyendo en Medellín como buena plaza. Están situadas en sectores distintos: El Poblado, Guayabal y el Centro, respectivamente.
La Balsa, que termina la exposición del artista Rafael Ortiz y comienza, este 12 de octubre, la del fotógrafo Mat Jacob, ocupa el espacio donde estuvo por más de 20 años la galería De la Oficina, del reconocido curador Alberto Sierra, fallecido el 19 de marzo pasado.
Su fundadora es Patricia Gómez, arquitecta egresada de una universidad inglesa e integrante del grupo Utopía. Fue amiga de Sierra durante muchos años. Estuvo cerca cuando él, con Santiago Caicedo y Jorge Mario Gómez, abrió la galería en el edificio Camacol. Y realizó con él proyectos, especialmente la realización de exposiciones de artistas extranjeros, que visitaban La Balsa, en Bogotá, y de la Oficina, en Medellín.
“Con Alberto coincidimos en tener un proyecto de arte con un sentido sencillo y claro. Los mismos intereses, aunque no necesariamente la misma visión”.
Porque La Balsa es un proyecto que comenzó en Bogotá hace más de diez años, no como galería, pero sí como una propuesta cultural que incluía la elaboración de libros, para lo cual importaba papeles finos, elemento por el cual ella decidió darle la vuelta a las acciones y trabajar más bien con artistas, que igual necesitaban papeles especiales.
¿Por qué se llama La Balsa?, le preguntamos. Ella explica:
“La Balsa de la Medusa es la pintura del francés Théodore Géricault, que representa la escena del naufragio de la fragata de la marina francesa Medusa, a principios de siglo XX. Decenas de personas quedaron en una balsa, a la deriva, y para sobrevivir soportaron muchas penalidades. Pero, más que por la tragedia, es el concepto de deriva lo que me importa: en los proyectos culturales, uno sale de un puerto y no sabe a dónde va a llegar”.
Esa balsa ahora llega a la ciudad. Patricia dice que la historia es larga. Intenta resumirla diciendo que hace unos años estaban vendiendo la casa donde funcionaba la galería De la Oficina. Alberto no le había parado bolas a eso, hasta que le dijeron que la iban a tumbar. La llamó a contarle. Ella habló con los dueños y la compró para que Sierra siguiera con su galería y, por supuesto, los dos siguieran adelantando proyectos juntos.
“¿Quién hubiera pensado que Alberto moriría 11 meses después de eso?” Tras la muerte de Alberto Sierra, la galerista quedó sin saber qué hacer con la vivienda de la calle 10. Tenía tres opciones: venderla, alquilarla o usarla.
“Venderla, tan recién comprada, me pareció un escenario poco lógico. Me propusieron que la alquilara para un restaurante, pero ese es un espacio que ha sido galería por mucho tiempo. Lo mío es el arte. Además, tiene gran valor sentimental y cultural para la ciudad. Alberto y yo habíamos analizado que Medellín es una urbe cada vez con mayor capacidad y madurez para acoger un nuevo espacio para propuestas de arte de carácter muy internacional. Entonces, decidí abrir la galería”.
La galería La Balsa apoya a creadores que hacen arte a partir de investigaciones profundas. Entre los creadores que respalda, tienen, por ejemplo a una artista suiza que vive en Inglaterra y su investigación es sobre el lenguaje. Se enfoca en las redes sociales. No solo imágenes de estas sino su lenguaje. Busca correos de estafas... Como a ella, apoya a diversos artistas representantes de arte contemporáneo, artistas jóvenes y de media carrera, con residencias en el exterior.
También representa a algunos de larga trayectoria, entre estos unos que venían trabajando con Alberto Sierra, como Ronny Vayda, Álvaro Marín, Rodrigo Callejas y Jorge Ortiz, entre otros.
Y sobre las bondades de una plaza como Medellín o del momento actual para los negocios del arte, Patricia dice que la capital antioqueña siempre ha sido un centro muy vital, con instituciones presentando proyectos constantemente. “Ha sido una ciudad 10”.