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Ecos de jazz latino se entrelazan con acordes de música cubana y regresan a los oídos de Poncho Sánchez. Eso sucede cuando recuerda su infancia. Nació en Texas, Estados Unidos, y es de ascendencia mexicana.
Al regresar en el tiempo, a los años sesenta, el menor de 11 hermanos recuerda cómo su casa en Los Ángeles se transformaba en una pista de baile. Sus hermanos empezaban a moverse al ritmo de los discos de Machito, Tito Puente y Tito Rodríguez.
El músico, que es part de los invitados de Medejazz, siempre admiró profundamente a Cal Tjader, un norteamericano blanco, de gafas negras y muy gruesas, que tocaba jazz afrocubano. Sánchez desarrolló el gusto por tocar las congas y el soul se sumó a sus pasiones al escuchar a James Brown, Ottis Redding y The Temptations.
Como en un sueño
En sus comienzos trabajaba como conguero en una banda local de California y una noche se presentó en un club frecuentado por latinos.
Sánchez vio entrar a un hombre blanco que se destacaba entre la marea latina. El hombre se le acercó, le dijo que era muy talentoso y le comentó que era un buen amigo de Cal Tjader. Aunque Sánchez no le creía, le pidió que le hablara a Tjader sobre él.
Pasaron dos semanas y Tjader llegó a tocar en Los Ángeles. “Fui a verlo con mi esposa y cuando íbamos a pagar la boleta, el mismo hombre con el que había conversado en el club estaba allí junto a él. Yo me asusté... —contó Sánchez—. No podía ser, allí estaba mi ídolo”. Sudaba de los nervios, lo había visto tocar muchas veces, pero nunca le había hablado. Entonces recuerda lo primero que le dijo: “Mi amigo dice que tocas muy bien las congas, ¿quieres quedarte a tocar ?”.
Cal Tjader lo invitó al escenario. Sánchez tragó saliva, pero sus manos transmitieron el conocimiento que por años había cultivado. Tocó cuatro canciones y Tjader le pidió su número para seguir en contacto. Sánchez levitaba, seguía sin creer lo que había sucedido, “ya podía morir en paz”.
Recibió esa llamada y otras más. Sin cuenta, Tjader lo había incluido en la banda. “Después de eso, estuve con él por siete años y medio, hasta el día que murió”. Tras el golpe, Sánchez formó su banda y como solista publicó 27 producciones discográficas.
De una manera humilde siente que su vida ha sido como una película cargada de música. “Solo era un muchacho de barrio, así que los sueños se cumplen, pero hay que trabajar duro, muy duro”.