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Ese gigantesco arte de crear miniaturas

Hace más de 40 años, un británico plasma grabados en superficies tan diminutas como la cabeza de un alfiler.

  • Short decidió hacer del arte en miniatura un negocio a sus 30 años. Ahora tiene 72 y ha grabado más de 50 objetos en los últimos 15 años. A la derecha se encuentran algunos ejemplos: un grabado del rostro de la Reina Isabel II y un pasaje de la Biblia. FOTO Joe Jackson - AFP
    Short decidió hacer del arte en miniatura un negocio a sus 30 años. Ahora tiene 72 y ha grabado más de 50 objetos en los últimos 15 años. A la derecha se encuentran algunos ejemplos: un grabado del rostro de la Reina Isabel II y un pasaje de la Biblia. FOTO Joe Jackson - AFP
21 de agosto de 2018
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Graham Short es un maestro en el arte del grabado en miniatura. A sus 72 años, trabaja en objetos tan pequeños como la cabeza de un alfiler o el filo de una cuchilla de afeitar, a costa de muchos esfuerzos.

El artista se inyecta bótox, ingiere betabloqueadores (medicamentos para tratar la presión arterial) y aprovecha la calma de la noche para realizar sus obras, cuyo precio es inversamente proporcional a su tamaño.

Los betabloqueadores, que regulan el ritmo cardíaco, le dan una mayor firmeza a su pulso. El bótox, al que recurre cada tres meses, relaja los músculos de sus párpados. Y el hecho de trabajar de noche minimiza las vibraciones del mundo exterior.

“Sé que es un poco extremo (...) Esto me obsesiona realmente”, cuenta en su casa de las afueras de Birmingham, en el centro de Inglaterra. “Soy la única persona que hace grabados en miniatura y eso es lo que me motiva”.

Una vez terminadas, a menudo tras varios meses de trabajo, sus obras se exponen bajo un microscopio, en una caja iluminada para mostrar las complejidades que no se observan a simple vista.

Las suelen adquirir inversores en arte. La más cara, una serie que mezcla el inglés, el árabe y la caligrafía, alcanzó las 200.000 libras esterlinas (lo equivalente a 223.000 euros o 255.000 dólares).

Otra obra, que representa el perfil de la reina Isabel II en una gota de oro insertada en el ojo de una aguja, se vendió por 100.000 libras.

Short también grabó “nada es imposible” en el filo de una cuchilla de afeitar, vendida por 50.000 libras.

Grano de sal

El artista abandonó la escuela a los 15 años y siguió una formación de seis años en una empresa de grabado. Luego lanzó su negocio antes de cumplir 30 años y logró unos clientes prestigiosos, entre ellos la familia real. En su tiempo libre, empezó a dedicarse a los grabados, trabajando primero con dos lupas y luego con un microscopio.

A medida que el grabado tradicional decaía, Short fue dedicándose cada vez más a sus obras, de las que hizo unas 50 en los últimos 15 años.

Escribió por ejemplo la palabra “amor” en un grano de sal colocado sobre una pestaña de la mujer de un cliente, un oligarca ruso que se hizo rico en las minas de sal de Siberia y quería un regalo de San Valentín original.

255
mil dólares ha sido el costo más alto al que Graham ha vendido una de sus obras.
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