viernes
7 y 9
7 y 9
El Himno de la Alegría de Beethoven es interpretado en un piano de cola sin banquillo. El piano tiene un hueco en la caja de resonancia en la que se mete el pianista y toca al revés la pieza. Al estar adentro, el instrumento pierde dos octavas, es decir, que no puede tocarse con todas las notas. Mientras va tocando, el pianista arrastra y baila con el gran piano Bechtein por la sala.
Este acto sucede en pleno centro de la nave central del Museo de Arte Moderno de Medellín (Mamm), y así se da apertura a las cuatro nuevas exposiciones. Todos los días, desde que se abre el museo hasta que se cierra, cada 20 minutos, se activará.
Así comienza la celebración de los 40 años del Mamm, fundado en 1978 y que sigue siendo un referente para el arte contemporáneo en la ciudad.
Lo que pasa con el piano de cola es una apropiación de la canción de Ludwig van Beethoven. En realidad es una “escultura performática” de los artistas Jennifer Allora (Estados Unidos, 1974) y Guillermo Calzadilla (Cuba, 1971).
¿Por qué tocar el Himno de la Alegría al revés y por qué meterse adentro? Esta pieza ha sido enésimas veces reinterpretada y adoptada por muchos regímenes políticos como su himno. Se dice que era una de las predilectas de Hitler; es una de las piezas musicales occidentales aceptadas por el gobierno chino, y el himno actual de la Unión Europea.
“Los artistas se dan cuenta de las posiciones ideológicas distintas que toman esta pieza como su himno”, comenta el curador Emiliano Valdés, y agrega: “Bajo la bandera del humanismo y la fraternidad se ha utilizado este fragmento como representación de lo que cada régimen desea”.
Valdés cree que esta es una deconstrucción de esa composición: “Al tener un hueco se convierte en escultura, pero la ejecución de la pieza, que se ha usado para decir tantas cosas y tan diferentes desde adentro, se convierte en una analogía: cualquier pieza de arte o discurso cobra el significado que una persona o un grupo de personas le da”.
Este performance del dúo de artistas, conocido como Stop, Repair, Prepare, se presentará junto a dos proyectos más que hacen parte de la exposición Allora & Calzadilla. La noche que volvimos a ser gente.
Las relaciones coloniales y de poder, los vínculos entre los seres vivos, las implicaciones de los acuerdos comerciales y políticos y, por extensión, de la política en general, son los temas abordados en estos proyectos.
La segunda exposición, El arte en Antioquia y la década de los setenta, es una interpretación y recomposición de lo que fueron los primeros momentos del Mamm.
En la investigación y selección de obras se encontraron con gratas sorpresas. Habían unas piezas guardadas de las que no había mucha información o que no estaban catalogadas en la colección. Luego de la investigación supieron que eran unas serigrafías de Argemiro Vélez y las hicieron parte de la exhibición actual.
Sin embargo, no toda la sala es de creadores de los 70: “Está dedicada a ‘los maestros’, es un reconocimiento a esos artistas que eran transgresores mucho antes de los 70”, cuenta Valdés.
Era común que en esta época no solo en salas se exhibieran las obras, “el arte ocupaba todos los espacios” . Corredores, puertas y escaleras eran usadas para mostrar. Es la razón por la que ahora se encuentra la escultura de John Castles y los afiches de Adolfo Bernal en el hall del museo.
En ese entonces esta institución recogió un periodo rico en formas pictóricas que había en la ciudad, como el pop, y había un especial contexto artístico: “La exposición le debe mucho por ejemplo a las Bienales de Coltejer, que le abrió el camino artístico a muchos en Medellín”.
El corredor previo a entrar a este lugar es un juego escenográfico: una pared con pinturas al óleo colgadas y una maqueta a escala con un faro. “Sentía que había que apropiar el espacio, para que no se volviera un lugar de paso, sino que fuera una espacio escenográfico”, comenta la artista Sandra Rengifo.
Desde su creación la Sala C recibe artistas emergentes colombianos. En esta ocasión la invitada es Sandra Rengifo (Bogotá 1979), quien participa con su proyecto El genio secreto del catalejo, un montaje compuesto por fragmentos (objetos, pinturas, serigrafías, fotografías, textos escritos, sonido y proyecciones de video).
El artista, investigador y docente bogotano Fernando Escobar Neira es el curador invitado de este espacio. Según él, la idea inicial de esta muestra se construyó alrededor de la noción de “secreto”, hablar sobre algo que debe ser callado, que Søren Kierkegaar propone en una carta escrita a su prometida Regine Olsen. Para Rengifo este fue, de hecho, su gran influencia: “Me ha devuelto mi espíritu punkero, es decir, una idea, un acto de fe”, comenta la artista plástica.
Según Escobar: “Las condiciones de trabajo que ofrece Sala C y el Museo hicieron posible que se pudiera hacer este montaje”.
Como es común, una exposición sonora acompaña el ciclo de exposiciones en el Lab 3. En esta ocasión se presentan diez proyectos de Medellín que nacieron de la reflexión sobre el concepto de tiempo.
Son piezas inéditas de cuatro minutos de duración para un sistema de múltiples altavoces. “Es una sala con un tipo de experiencias que requieren otra disposición: aquietarse y escuchar”, cuenta Jorge Barco, curador de la sala.
La particularidad del Lab 3, además de ser multicanal, es la construcción de piezas al rededor de las posibilidades experienciales del sonido. Es por eso que la disposición de los asistentes es en asientos en medio de la sala.
Las piezas de esta exposición son creadas con campanas, paisajes sonoros procesados de ríos, calles, timbres y ambientes de sintetizadores. Son una especie de electrónica experimental.
Cuatro exposiciones para celebrar 40 años, a través de la revisión de la colección, la búsqueda artística local y las muestras de arte contemporáneo nacional e internacional