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A más cine colombiano, menos espectadores

Es lo que ha sucedido hasta ahora: solo 2.8 % de los espectadores de películas van a ver cintas nacionales. Esto pasa.

  • La segunda película colombiana más vista en el país este año es Pájaros de verano, nominada además a los Óscar. FOTO Mateo contreras
    La segunda película colombiana más vista en el país este año es Pájaros de verano, nominada además a los Óscar. FOTO Mateo contreras
A más cine colombiano, menos espectadores
17 de noviembre de 2018
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Una sola película, La monja, fue vista por más de 1.2 millones de personas. Esa cifra de espectadores no la alcanzaron ni siquiera las 24 producciones colombianas que se estrenaron hasta el mes pasado. Los colombianos no van a ver las producciones que se hacen en su país.

Cifras del Ministerio de Cultura muestran que uno de los sectores que más crecimiento ha tenido en las últimas dos décadas ha sido el cinematográfico, en diversos rubros. Solo en asistencia, en los últimos 15 años, las salas de cine pasaron de recibir 17 millones de espectadores en 2003 a 62 millones el año pasado.

El Fondo Mixto de Promoción Cinematográfica (Proimágenes) indicó en el Anuario Estadístico del año pasado que el colombiano promedio ve 1.3 películas al año debajo de otros lugares con una industria más desarrollada (EE. UU., 3.2; México, 2.6; España, 2.2; Chile, 1.5; Argentina, 1.2; Brasil, 0.9). Con relación a la región, las cifras del país muestran que los colombianos sí van a ver cine, pero no a disfrutar de los trabajos nacionales.

Frente a esto la cuota del cine local ha sido marginal en relación con las cintas extranjeras. En 2003, 580.000 usuarios fueron a ver las nacionales. Te busco fue una, pero, ¿alguien la recuerda? Sin embargo, 17 millones no se perdieron taquillazos como Buscando a Nemo, El señor de los anillos, Piratas del Caribe o Matrix. La relación nacional vs. internacional fue de 1.7:10 (1.7 películas de cada 10).

El año pasado la diferencia fue más notable, de 0.6:10, a pesar de que hubo más producciones colombianas: se hicieron 45 películas, frente a las 5 hechas en 2003 (ver gráfico).

Aquí aparece un problema que se ha definido por expertos como el “cuello de botella” del sector cinematográfico en el país: cada vez se hacen más películas nacionales, que menos gente ve.

Camino espinoso

A mediados de este año se estrenó en varias salas del país el filme colombiano Vía Crucis. Se trató de lanzarlo en Semana Santa, pero, de acuerdo con Harold de Vasten, su director, fue una época difícil ya que muchas producciones norteamericanas estaban en fila para esa temporada.

Optaron por sacarla en junio, sin la asistencia esperada. La cinta tuvo premios internacionales y una buena aceptación en festivales, sin embargo, conforme a las cifras oficiales, es el segundo largometraje con menos asistencia del país (705 personas en una semana).

El director cuenta que la única exhibidora comercial que le apostó a su propuesta fue Cinemark, aunque solo les abrió una sala en Cali en el dudoso horario de la 1:00 de la tarde, lo que no les favoreció. Solo fueron siete días.

Más adelante estuvo en espacios alternativos de otras ciudades. Su distribuidor fue Altavista Films, que logró tenerla en ocho pantallas alternativas durante un mes. Iván Hernández, director de la empresa, arguye que es difícil que un filme como este tenga un buen comportamiento si se compite con las majors (producciones hollywoodenses).

“Los exhibidores generalmente son amables con las producciones colombianas, pero deben sobrevivir. Si no hay dónde mostrarlas, nadie las va a ver”, apunta.

Así, el largometraje más taquillero en Colombia el mes pasado fue La monja, que tuvo 672 salas en su momento más álgido, frente a las 8 o 10 que tuvo el documental Yo, Lucas, de Lucas Maldonado. Respectivamente la primera estuvo por encima de los 2.4 millones de espectadores, mientras que la colombiana apenas llegó a los 750.

Punto negro

El presidente de Cine Colombia, Munir Falah, cuenta que a finales de septiembre de este año se estrenaron 249 películas de las cuales 24, el 10 %, son locales.

De estas solo tres largometrajes han superado los 150.000 espectadores (ver gráfico). “Tradicionalmente, en todos los años desde que salió la Ley 814, solo hubo uno o dos años en los que el nacional representó más del 10 % de la taquilla; de hace 10 años para acá viene bajando. Este año la asistencia ha estado por el 2.8 % del total”.

Desde la creación de la Ley de Cine, como se le conoce, los números no han parado de subir, tanto en nuevos trabajos como en público general, pero el punto negro sigue siendo la asistencia a las que se hacen en casa.

Para Munir Falah, esto es una tendencia mundial y no únicamente de Colombia. Añade que no se puede caer en el error de comparar una taquillera con la que no lo es. Según el directivo, sucede particularmente con las colombianas que son un cine de autor, muy limitado, o que no le toca las fibras a la gente como para que tengan una asistencia superior. “Una película que guste va a tener público y punto; no importa de dónde sea”, aclara el empresario.

La tradición

El problema ni es de ahora ni exclusivo de Colombia. El crítico y profesor de cine Pedro Adrián Zuluaga señala que, a pesar de que la asistencia ha crecido, también históricamente ha habido una identificación con los filmes norteamericanos.

Habla de que es un hábito que no se ha podido cambiar, en parte porque la industria de Estados Unidos es muy poderosa. De hecho, es algo que comenta Pía Barragán, gerente de Contenidos Alternativos de Cine Colombia, quien explica que de los 40.000 millones de dólares de box office (taquilla) que genera la industria del séptimo arte a nivel internacional, el 80 % de la participación del mercado la tienen los majors.

Sin embargo, Pedro Adrián expresa que no se pueden sacar conclusiones a partir de la asistencia a las películas por la mera taquilla. Afirma que sí hay público para el cine colombiano, pero no hay que buscarlo solo en las salas.

“Está en los Festivales, en los circuitos posteriores de las películas donde estas sí se comportan bien”, comenta Zuluaga, quien ha sido programador de Festivales y de Señal Colombia. Para el crítico, esto explica que a las salas el usuario que vaya sea “el más conservador, puesto que van por razones ajenas al cine: ir por la pareja o a entretenerse”.

Concluye que el consumo general aumenta por el crecimiento de las grandes producciones o blockbusters, lo que, per se, no es malo sino que simplemente son públicos distintos.

Un largometraje como Matar a Jesús llegó a los 36.000 asistentes, una cifra que en nada se acerca a un taquillazo como Avengers. Infininity war, que superó los 4 millones de espectadores.

El asunto no está en la comparación, por las razones antedichas, sino en la formación de públicos. Pía Barragán insiste en que se debe formar para generar mejores consumidores: “Así como no consumo Coca Cola y prefiero tomar agua, debemos devolverle la responsabilidad al consumidor para mirarnos al espejo”.

Pocas personas saben que el año pasado se hicieron 45 películas colombianas. No es un mercado muy visible ni fácil de ver. Los esfuerzos siguen siendo entre exhibidores, productores y, por supuesto, debe ser del consumidor. Un trabajo conjunto

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