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El sueño de ver a una Colombia sin minas en el 2021 y tener un país sin artefactos explosivos parece lejano, pese a los esfuerzos del Gobierno por desminar el territorio.
La realidad de las minas antipersonal fue contada ayer por el alto comisionado para la Paz, la Legalidad y la Convivencia, Miguel Ceballos, en una reunión en Ginebra (Suiza) con los representantes de los estados que firmaron el Tratado de Ottawa, cuyo objetivo es erradicar las minas antipersonal de la faz de la tierra en los próximos tres años.
Allí explicó que, desde 2012 hasta 2016, Colombia registró una disminución significativa en el número de afectados al pasar de 295 víctimas civiles a 37, y de 294 víctimas militares y de Policía a 52, de tal forma que la disminución fue de un 700%.
No obstante, “durante el intervalo de 2017 y 2018, la disminución se ha modificado, con tendencia al aumento, dado que el número de víctimas a 31 de octubre de 2017 fue de 46 y, para el mismo periodo en el 2018, fue de 113 víctimas, es decir, un aumento del 245%”, advirtió. (ver gráfico).
Lo más grave es que la mayor parte de las minas que explotaron durante este año son nuevas y fueron instaladas por grupos armados organizados como el Clan del Golfo, los Caparrapos, las disidencias de las Farc, el Epl y la guerrilla del Eln.
“Es preciso indicar que los lugares donde se ha presentado la accidentalidad no corresponden a zonas en las que se adelantan operaciones de Desminado Humanitario. Se trata de los territorios que aún padecen el flagelo de la presencia de Grupos Armados Organizados”, indicó Ceballos.
Para Álvaro Jiménez, director de la Campaña Colombiana Contra Minas, el Bajo Cauca antioqueño es uno de los puntos más complejos a los cuales no ha podido llega el control territorial. “Allí se da una nueva víctima cada semana, que se va agravando porque los grupos que mantienen presencia no tienen ningún tipo de cuidado con la población”.
Catatumbo es el lugar más crítico, las cifras así lo comprueban: uno de cada cuatro eventos en 2018 ocurrió en esa región de Norte de Santander, pero la situación también preocupa en el suroccidente nariñense, Guaviare, y los límites entre Boyacá, Arauca y Casanare, anotó Jiménez.
De acuerdo con el general (r) Rafael Colón, exdirector de Acción Integral contra Minas Antipersonal, “Colombia sabía que se iba a dar un proceso de paz y que los territorios, en otrora ocupados por las Farc, debían ser controlados por el Estado para que no llegaran otros grupos armados, pero el país no se preparó para esta nueva coyuntura”.
Así que, según Colón, se parte de la mala planeación del Gobierno de Juan Manuel Santos, que no estuvo a la altura del reto del posconflicto. “En mi opinión no hubo un empalme sincero y en los escenarios internacionales uno va a manejar políticamente la situación. El nuevo gobierno dice en el exterior que el proceso de paz se está implementando bien y eso no es cierto, ¿por qué no ha dicho qué va a hacer con él?”, dijo Colón.
Sin embargo, frente a la situación crítica que se vive y el reto de erradicar las minas del territorio, no solo para cumplir con un tratado internacional, sino para devolverle la tierra a los campesinos y hacerla productiva, el general Colón propuso que “se debe hacer el desminado en las zonas donde haya condiciones, la Fuerza Pública tiene que hacer un trabajo integral que garantice a las comunidades su libre tránsito, pero también debe hacer cálculos de no poner a civiles donde se sabe que hay presencia de minas antipersonal”.
Y es que, el comportamiento con relación a la afectación de víctimas civiles y de víctimas Fuerza Pública ha venido cambiando desde el año pasado, pues la proporción de población civil afectada ha sido superior. “Por cada tres civiles víctimas de estas mortales trampas, estamos registrando una víctima miembro de la Fuerza Pública que es lesionada en cumplimiento de su deber”, anotó Ceballos.
La pregunta que surge entonces es ¿cómo terminar con este flagelo que cobra vidas y es llamado por el Ejército “el enemigo silencioso”?
Álvaro Jiménez consideró que la única manera demostrada en el mundo como puede ponerle fin al mal de las minas “es poniéndole fin a los conflictos. En el caso particular de Colombia lo hemos vivido, las Farc no volvieron a utilizar minas, desaparecieron como organización armada”, expresó Jiménez.
Al director de la Campaña le preocupa el congelamiento de los diálogos con el Eln, pues cree que la única forma de acabar con las minas antipersonal en Chocó, Cauca y Catatumbo es acabando, por la vía de la negociación, con esa guerrilla y de paso, con el flagelo que arrasa con la vida en el campo colombiano.