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El respaldo de la Corte Suprema de Justicia a la orden dada a Publicaciones Semana, para que revelen las fuentes confidenciales utilizadas en un trabajo periodístico, desató un debate alrededor de los alcances del periodismo y la credibilidad en los medios.
Mientras que ayer la Procuraduría, uno de los dos entes de control público del país, tomó partido en favor del secreto profesional de los comunicadores, al declarar que intervendrá en la resolución de la impugnación hecha por Semana ante el alto tribunal, en redes sociales continúa creciendo el número de voces a favor de un control judicial de lo que publican los medios.
Para expertos, esta postura deja ver desconfianza sobre la labor del periodista y los medios tradicionales, pero muestra los efectos de la oferta de información que se encuentra en internet y redes sociales.
“Esto es grave, porque significa que los ciudadanos no sabemos defender nuestras libertades civiles, que en este caso es el acceso a la información”, aseguró Pedro Vaca, director ejecutivo de la Fundación para la Libertad de Prensa, Flip, quien aclaró que esta actitud no significa que los ciudadanos respaldan a la Corte Suprema o que estén en contra de las fuentes reservadas, “sino porque creen que es una medida restrictiva para un medio que no les gusta, a quienes consideran un adversario en la opinión pública”.
Este sentimiento lo alimenta un caldo de cultivo en internet de nuevos portales llamados de “periodismo alternativo” que se crean para alimentar o impulsar posturas políticas, que conviven con los tradicionales y suelen atacarse mutuamente diciendo que la versión de la contraparte está viciada por intereses.
Así quedó en evidencia esta semana tras la denuncia del columnista Daniel Coronell sobre el aparente cobro de dinero del director de uno estos portales, Gustavo Rugeles, para “armarle un escándalo” al contralor Edgardo Maya. En redes sociales, el debate se centró en la supuesta persecución, en lugar de la gravedad de la denuncia.
Para Alejandro Santos, director de Revista Semana, este panorama es crítico para el periodismo y la sociedad: “Cualquiera que tiene cuenta en Twitter se considera periodista y los extremismos han empezado a copar esos espacios. Hoy, la verdad, el rigor y la ética cada día están más arrinconadas, lo único que no podemos hacer es que a los periodistas que están haciendo las cosas bien, les terminen quitando sus herramientas”, sostuvo, mencionando el fallo de la Corte Suprema.
Aunque no hay una cuenta exacta de cuántos de estos portales existen hoy en Colombia, las estimaciones de un estudio de 2014 de la Universidad Javeriana habla de unos 700 medios nativos digitales, lo que no significa que todos sean de corte político.
El por qué no existen datos más recientes al respecto lo defiende Vaca argumentando que “es mejor no tener un registro porque aún poseemos un problema con el criterio. Definir qué es y qué no es un medio válido afecta la pluralidad de la información”.
Sin embargo, el cómo hacen estos sitios para sembrar de interpretaciones e ideologías las noticias, sí está claro.
Así lo explica Germán Ortiz, docente e investigador del grupo de Ética, Medios de Comunicación y Periodismo de la U. del Rosario: “Estos portales forman una red que busca generar empatía entre quienes comparten ideologías similares”.
Es una situación que también implica al momento actual de los llamados medios de comunicación tradicionales: “La verdad sigue importando, pero el problema es que las noticias como están construidas y puestas a disposición, con cada vez menos hechos verificables, abren la puerta a la duda. Eso pasa cuando no se presentan argumentos irrefutables en una noticia”.
Esto ocurre porque las noticias no funcionan igual que hace 50 años. Hoy la cantidad de fuentes de información son tan variadas como las ideologías a las que responden.
“Estos nuevos escenarios no son algo completamente negativo. No es ideal que existan monopolios en los medios como había antes”, explicó Carlos Cortés, experto en regulación de medios e internet y colaborador de La Silla Vacía, uno de los nuevos medios digital de comunicación de mayor renombre del país.
“Decir quién está habilitado para hablar y quién no, es un error. La gente no confía porque es paranoica y desinformada, pero conforme avanza el tiempo va aprendiendo a diferenciar”, agregó citando el fenómeno de las cadenas de Whatsapp, que han pasado a tener mejor control.
El tema no es nuevo, ni es exclusivo de Colombia. Solo en Estados Unidos, funciona exactamente igual la cadena de “medios alternativos” con el que el Gobierno de Donald Trump desoye todo lo que no le sea favorable.
“Hoy lo que existen son audiencias cautivas, uribistas, santistas, propaz o antipaz”, sostiene Vaca, al reafirmar que “la gente no consume noticias para informarse, sino para que le confirmen lo que ya piensan. Ha perdido valor la verdad y se sobrevalora la emoción”.
Para la cabeza de la Flip, estos síntomas obligan a reformular la forma como se hace periodismo. “No es todo culpa de internet. Hoy hay más medios pero la información es menos nítida. Las casas periodísticas tradicionales tienen que dar mejores elementos de confianza a sus consumidores” .