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¿A quién no se le ha quedado en su memoria su primer juego de fútbol, la salida de camping, la siembra de un árbol con un amigo o familiar?. ¿Pero por qué recuerdan más e estos momentos que los contenidos vistos en su colegio? La respuesta a esto es que estos son escenarios que logran tocar sus fibras emocionales.
Para un resultado efectivo en el proceso de aprendizaje es necesario el diseño de experiencias que permitan una mayor recordación del conocimiento en los niños y los jóvenes.
“Una buena experiencia de aprendizaje es aquella que toca la visión, el olfato, el gusto, el oído y el tacto ¿por qué es importante que estimule los sentidos? Porque al estimularlos se generan emociones y lo que lleva a que un ser humano se mueva hacia la acción es la emoción, no la razón”, señala Luis Arturo Penagos Londoño, fundador de Experience Steam, organización especializada en el diseño de experiencias de aprendizaje.
En la ciudad se puede encontrar diversas innovaciones en el aprendizaje partiendo de este precedente. Una de ellas es el proyecto del Colegio Marymount llamado Medellín sin Tabú, cuyo objetivo es que las estudiantes conozcan y recorran Medellín para comprender su dinámica en los diferentes barrios y en el sistema transporte público.
“Empezamos a caminar nuestra ciudad y fuimos a la cancha de Castilla, a Moravia, al Tranvía y recorrimos las UVAS. Esto ha contribuido a que ellas puedan leer su ciudad, entender que somos personas diferentes. Uno de los aspectos más importantes que las estudiantes resaltan es que ellas pueden ir y ver cómo viven esas personas. Cuando fuimos al Metro Cable y el Tranvía se dieron cuenta que sí existe una cultura de respeto hacia lo público”, detalla Diony Rodríguez Builes, directora de Investigación, Desarrollo e Innovación del Marymount.
Otro caso es el Liceo Francés en donde los niños desde temprana edad son estimulados para que aprendan sobre el uso de instrumentos clásicos y, con ello, contribuir en el desarrollo de su capacidad motriz.
“Tenemos un convenio con la Orquesta Sinfónica de Antioquia para que profesores expertos en enseñanza de instrumentos con un método propio incentiven a que los niños puedan tener sus primeras experiencias en iniciación musical”, afirma Juan Fernando Mazo, presidente de la Junta Directiva de la Institución.
Otro caso es el Colegio Antares que cuenta con una granja escolar para que los estudiantes interactúen con la naturaleza, la ecología y el medio ambiente. También realizan salidas pedagógicas y convivencias que le ayuda al niño o joven a sentir, descubrir, investigar y aplicar la inteligencia inter e intrapersonal.
Porque no se trata de llenar el salón con tecnología, sino de encontrar nuevas formas de enfocar el proceso educativo que lleve a los estudiantes a encontrar nuevos conocimientos.