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Colombia, ¿el vecino incómodo?

Tras los hechos ocurridos en Ecuador, desde Perú denuncian presencia de disidentes de las Farc.

  • Las disidencias de las Farc están operando hacia las fronteras con Ecuador, Perú, Brasil y Venezuela. El objetivo principal es mover la coca hacia otras naciones del mundo. FOTO Archivo Manuel Saldarriaga
    Las disidencias de las Farc están operando hacia las fronteras con Ecuador, Perú, Brasil y Venezuela. El objetivo principal es mover la coca hacia otras naciones del mundo. FOTO Archivo Manuel Saldarriaga
14 de mayo de 2018
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A la Comisión de Defensa del Congreso de la República de Perú llegó Segundo Julca Ramón, alcalde de Putumayo, un municipio incrustado en la selva en el departamento de Loreto (Perú), a denunciar cómo hombres que dicen ser disidentes de las Farc llegaron hasta su plaza de armas a invitar a los pobladores y funcionarios a unírseles en la lucha guerrillera.

Según contó a los congresistas y más tarde a medios de comunicación de su país, los presuntos guerrilleros entregaron panfletos donde acusaban a los gobiernos de Colombia y Ecuador de perseguirles y no dejarles más escapatoria que llegar hasta Perú, donde pedían colaboración política y financiera.

Pero el arribo de estos hombres desconocidos con los panfletos no fue el primer indicio de la llegada del nuevo grupo armado a ese territorio. “Los ingresos a Putumayo son constantes e incluso utilizan sus armas de fuego realizando disparos al aire”, dijo el alcalde, citado por El Comercio.

Ya las autoridades estaban advertidas de que hombres encapuchados y armados estaban reclutando a jóvenes en la ribera peruana del río Putumayo. Y a mediados del mes pasado lograron la captura del colombiano Neider Jhonny Machacury de 23 años, cuando pretendía captar a dos adolescentes de 14 y 16 años, con el fin de incorporarlos a sus filas.

La promesa que les hacía, según la Dirección Contra el Terrorismo, era que recibirían un pago mensual e instrucción militar. Esto teniendo en cuenta que se trata de pobladores de regiones, prácticamente, abandonadas por el Estado peruano y sumidas en la pobreza, lo cual la hace una oferta atractiva.

¿Quiénes son?

Los panfletos que llegaron a la municipalidad de Putumayo están firmados por la dirección del Frente Oliver Sinisterra, el mismo que es dirigido por Walter Artizala, conocido con el alias de “Guacho”, disidente de la Columna Móvil Daniel Aldana, y mantiene concordancia con los comunicados emitidos por esa organización durante el secuestro de los periodistas ecuatorianos.

Sin embargo, los estudiosos del conflicto en Colombia dicen que no hay noticias de que esa estructura tenga tentáculos en Perú.

Kyle Johnson, analista para Colombia de International Crisis Group, señaló que los hombres de “Guacho” no han llegado todavía a Ipiales (Nariño), a Carchi ni a Sucumbíos (Ecuador), los que serían pasos obligados para llegar a Perú.

En eso coincide Jeremy McDermott, codirector de Insight Crime, “el frente Oliver Sinisterra no ha llegado a Perú, según nuestras investigaciones”.

Para Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para Análisis del Conflicto (Cerac), es difícil medir la presencia de ese grupo armado, porque sus acciones son muy pocas, aunque el registro de ellas se limita a Túquerres, en Nariño, y a Esmeralda, en Ecuador.

Lo que no quiere decir que no sean disidentes quienes estén cruzando esa frontera.

La Fuerza Pública ha dado golpes durante las últimas semanas en contra de disidentes del frente 1°, al mando de alias “Iván Mordisco”. El contralmirante Ricardo Hurtado Chacón, comandante de la Fuerza Naval del Sur, explicó que el pasado 30 de abril capturaron en flagrancia de seis integrantes de esa disidencia, quienes “presuntamente realizaban retenes fluviales con fines extorsivos a los comerciantes que se movilizan por el río Putumayo, exigiéndoles el pago de hasta seis millones de pesos como condición para poder transportar su mercancía”.

Ese es un panorama más creíble para Johnson, quien conoce la operación de ese frente y además le preocupa la presencia de las disidencias en otras zonas fronterizas.

¿Dónde más?

Además de Ecuador, donde el fenómeno se sigue agudizando, pese a los esfuerzos conjuntos de ambos países por replegar a los hombres de “Guacho”, y a las recientes noticias sobre Perú, las disidencias de las Farc están permeando otras fronteras.

De acuerdo con Johnson, el frente 1° controla el río Apaporis que va directamente a Brasil, y algunos de sus tentáculos conducen de Vichada y Guainía, hacia Venezuela.

Además, hay avisos de que una posible disidencia del frente 33 de las Farc que opera en Catatumbo también tenga operaciones en Venezuela, eso será revelado próximamente por la Fundación Ideas para la Paz (FIP).

Y una porción del extinto frente 10°, que opera en Arauca, pero es mucho más débil que las otras estructuras, llega hasta Venezuela.

Los nexos de estas organizaciones residuales en los países vecinos son con otras estructuras locales, a excepción del caso del Frente Oliver Sinisterra que opera en conjunto con el mexicano Cartel de Sinaloa.

Los analistas coinciden en que el objetivo principal de las disidencias es el narcotráfico, y que sacan provecho de su presencia en el territorio para generar recursos a través de la extorsión. Pero para la Fundación Ideas para la Paz, esto no es del todo cierto: “en algunos casos las relaciones criminales no representan un objetivo en sí mismo, sino un medio para alcanzar objetivos políticos y militares. Por eso resulta inconveniente reducir su explicación a factores económicos y calificarlos como simples bandidos o residuos”.

Colombia, dice Johnson, “nunca ha dejado de ser un país incómodo para su vecindario”, lo fue cuando las Farc estaba en armas y lo sigue siendo ahora a través de sus disidencias. Cada país vecino tiene su propia reacción a la problemática: “para Ecuador no es problema desde que el grupo armado no caliente la frontera, ahora obviamente esa zona está caliente y las autoridades no están acostumbradas a lidiar con estas situaciones; para Venezuela, en cambio, no es del todo incómodo, porque las autoridades venezolanas que están corruptas pueden, incluso, aprovecharse de esa situación”, señaló el analista.

McDermott expresó, por su parte, que gran parte de la coca colombiana está siendo transportada hacia ese país.

“Venezuela y Colombia son naciones gemelas en términos de crimen y lo que pasa en un lado de la frontera tiene repercusiones al otro”.

1.200
integrantes tienen las disidencias de las Farc, según la Fundación Ideas para la Paz.
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