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Sobrevivir y seguir vigente en la escena política. No hay otra razón para que hoy, a cuatro meses del cierre de inscripciones de candidatos al Congreso, algunos senadores y representantes tengan la fe puesta en el único salvavidas que les queda: cambiarse de partido.
Y pese a que el propio presidente Juan Manuel Santos y su ministro del Interior, Guillermo Rivera, han salido al paso y se declararon en oposición a cualquier iniciativa que tenga que ver, precisamente, con el proyecto de acto legislativo que modificaría el artículo 107 de la Constitución y daría paso a la desbandada, ya está cocinado.
En el tecnicismo político a esta práctica de cambiarse de un partido a otro se le conoce como transfuguismo. Detrás de ese proyecto está la senadora Sandra Villadiego, del Partido de La U, quien ya tiene listo el borrador, aunque muchos de sus colegas dicen que ese documento no existe.
De esta manera, no tendrían que renunciar a las curules que ostentan y tampoco incurrirían doble militancia, prohibida en el artículo dos de la ley 14575 de 2011 (estatuto de partidos), que se sanciona con cancelación de inscripción o pérdida de investidura. Para el cambio de camiseta, esta norma establece que se debe renunciar a la curul 12 meses antes del primer día de inscripciones.
Pero este proyecto no solo beneficiaría a los padres de la Patria. Tal y como ocurrió en 2009, en la reforma política, cuando se permitió el transfuguismo por una sola vez, también podrán hacer uso de esta carta los candidatos del orden departamental, distrital, municipal y local; dos meses antes del inicio del periodo de inscripción de candidaturas.
Esa fue la última vez que hubo mutación masiva. El más beneficiado en ese momento fue La U, que bajo el aura del entonces presidente Álvaro Uribe, fue el que más tránsfugas recibió (20), seguido del Partido Conservador (11). La mayoría eran sobrevivientes de cuatro partidos que en 2006 obtuvieron personería, gracias a la reforma política de 2003 y que desaparecieron: Colombia Viva, Colombia Democrática y Alas Equipo Colombia.
Si este nuevo proyecto de acto legislativo sale adelante, en una discusión maratónica, porque el tiempo juega en contra, según varios politólogos consultados, la torta se voltearía: ahora el más afectado sería La U y los más beneficiados Cambio Radical y el Centro Democrático.
¿Por qué se quieren ir?
La U nació en 2005, bajo el liderazgo de Santos, como punta de lanza de la reelección de Uribe. En 2010 avaló al ungido y, tras la ruptura entre el expresidente y el presidente, se quedó con el inquilino de Palacio. En 2014 volvió a obtener el trofeo mayor.
Ahora Uribe tiene su propio partido, Santos va de salida con su imagen desfavorable y La U se quedó sin una opción de peso para conservar el poder. A esto se suma que con menos representación en el gabinete, algunos de sus miembros dicen, en voz baja, que los días del partido están contados y que por eso buscan emigrar. Si por tiempos o falta de coalición no pasa, varios no aspirarán a ser reelegidos por La U, sino que pondrán candidato en la colectividad de sus nuevos afectos.
“Existe molestia porque nos quitaron el MinTransporte, y porque es posible que, una vez salga Aurelio Iragorri, el conservatismo recupere el MinAgricultura. El presidente Santos está reforzando al Partido Liberal y no quiere dejar ir a Cambio Radical”, expresó un senador de La U, que pidió no ser citado.
Según la senadora Villadiego, autora de la iniciativa, hay una nueva realidad política que vive el país con la entrega de armas de las Farc y su participación en la contienda democrática. “Debemos permitir que se reacomoden las fuerzas de los diferentes partidos con espacios en el Congreso”.
El representante Alfredo Deluque, de La U, afirmó que siempre hay congresistas que quieren cambiarse de partido por mil razones, entre ellas por que pueden considerar que su reelección en más fácil en otra colectividad y que eso no es algo ajeno a la política.
También le bajó el tono a las voces que no le deparan un panorama halagüeño a la colectividad para 2018: “Así como hay congresistas que se quieren ir para otros partidos, habrá otros que se quieren pasar también para La U.”
Agregó que no conoce el proyecto, que no ha hablado con ningún congresista al respecto. “Lo que sé es que el presiente Santos ahora sí está preocupado por el partido y va a tomar las riendas”.
Según el representante y codirector de La U, Berner Zambrano, en las reuniones que han tenido, ni un solo congresista ha manifestado deseo de irse a otro partido. “De Cámara le puedo garantizar no hay uno solo que se quiera ir. Del Senado no sé qué pretenda uno que otro”.
La situación en Antioquia dista de ese optimismo. De dos representantes, uno, León Darío Ramírez, no va a aspirar “para permitir el relevo generacional” y el segundo, Juan Felipe Lemos, tampoco lo hará. Su equipo está migrando hacia el Centro Democrático. Al tiempo, los dos exdiputados que fueron candidatos a la Cámara por ese partido en el 2014, Alex Flórez y Guillermo Palacio, ahora están aspirando por Cambio Radical.
En vista de que un acto legislativo es una norma que modifica o deroga textos constitucionales, el procedimiento para su aprobación es más exigente que para expedir leyes. Debe tener unidad de materia; ser votado en ocho debates, en un solo periodo; no se pueden desarrollar en sesiones conjuntas y tampoco se le puede dar trámite de urgencia. Todo esto tendría que ocurrir este año.
Ante este panorama el senador Mauricio Lizcano de La U, dijo que tampoco lo conoce y que no le ve viabilidad por los tiempos que esto tomaría para aprobarse”.
Para Angélica Bernal, docente de Ciencia Política de la U. Tadeo, es muy posible que aprueben la reforma, porque les conviene a quienes quieren cambiarse de partido “y en eso hay cierto consenso”.
Cristian Rojas, docente de Ciencia Política de la U. de La Sabana, no le ve futuro, porque el resto del oficialismo y el Gobierno mismo querrán amarrar a sus congresistas, quienes pondrán buena parte de la maquinaria con la que esperan pelear las próximas elecciones de 2018.
La precandidata presidencial Clara López precisó que siempre que está próximo un periodo electoral, la gente quiere cambiar las reglas y eso es inconveniente. Agregó que se ha ido demasiado lejos en mantener a la gente amarrada a los partidos, cuando tienen deseos de hacer vida en otra parte, especialmente quienes sienten que los partidos se convierten en propiedad privada de unos pocos. “Una norma de esas no se puede aplicar para la siguiente elección”.
El representante Ramírez sostuvo que lo que deben hacer los dirigente se La U es luchar por consolidarlo y dejar como legado a las futuras generaciones una auténtica democracia. “La aprobación a este tipo de iniciativas debilita la democracia. Este no es el momento, máxime cuando tenemos cosas más urgentes e importantes que resolver”.
Andrés Molano, magíster en Análisis de Problemas Políticos y docente de la U. del Rosario, manifestó que cualquier reforma electoral es inconveniente en la antesala de un proceso electoral, porque este requiere legitimidad y credibilidad, y eso depende de la claridad y estabilidad de las reglas de juego.
“El desprestigio de los partidos no es nuevo y, además, el Acuerdo trae partes que los afecta aún más, porque tiene un régimen de privilegios a favor del partido de las Farc que altera las condiciones de igualdad en la competencia política. Además, en las circunscripciones especiales de paz habrá una democracia sin partidos, porque serán excluidos”.
Para el senador Antonio Navarro (A. Verde), si se llega a aprobar el transfuguismo La U desaparecería, pues sus miembros irían a otros partidos que tienen opción de Presidencia.
Según Bernal saldría afectada La U, pero también el liberalismo y el conservatismo. Explicó que esta propuesta no es causa sino consecuencia de partidos poco institucionalizados, débiles ideológica y programáticamente, en los que priman los intereses electorales. “Los políticos, con unas excepciones, se van a donde creen tener más opción de ganar”.
Rojas advirtió que no sorprende que desde La U quieran revivir el transfuguismo, porque es un partido llamado a desaparecer. Agregó que si hay una colectividad que se puede ver afectada es esa, y por eso hay quienes quieren saltar del barco que se hunde.
Según Rainiero Jiménez, docente de Ciencia Política de la U. Nacional, el transfuguismo es una “jugada política estratégica” que permitirá el reacomodo de las fuerzas que finalizan los acuerdos con el Gobierno saliente. “Tendrá eco y apoyo. Se beneficiarán los partidos con discurso nacionalista y antisocialista”.
Para que el proyecto de Villadiego sea estudiado tendrá que tener el apoyo de, mínimo, diez congresistas. Si en el Congreso se hunde, les quedan dos caminos a quienes quieren migrar: aspirar en cuerpo ajeno en otra colectividad o intentar sobrevivir a la tormenta. Pero eso de aguantar hasta final, así se vaya perdiendo, no ocurre sino en los partidos... de fútbol.