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A menos de cinco kilómetros de su plaza principal, Sabaneta tiene una de sus mayores riquezas, La Romera, reserva natural que se convirtió en un referente de este municipio del sur del Valle de Aburrá.
Senderistas y ciclistas la prefieren por la exigente escalada y los caminos que conectan con otros sectores de montaña de localidades vecinas.
Otras personas la buscan para el avistamiento de aves y otros animales silvestres, así como para la observación de la región desde alturas superiores a los 2.000 metros.
Este lugar y la vereda Pandeazúcar son los únicos pulmones verdes que le quedan a Sabaneta, por lo que la Administración Municipal y defensores del ambiente están empeñados en su conservación.
El pasado jueves, el alcalde de Sabaneta, Iván Alonso Montoya, firmó un convenio con la Corporación Autónoma Regional del Centro de Antioquia (Corantioquia), por 177 millones de pesos para integrar La Romera en el Sistema Local de Áreas Protegidas (Silap), con el fin de evitar que esta zona boscosa sea absorbida por la expansión de la construcción.
Llegar allí es fácil. Se avanza por la carretera a La Doctora un kilómetro y medio hasta una bifurcación en el estadero Las Brisas, donde se toma la estrecha vía al norte, y desde ahí son otros dos kilómetros hasta un paredón verde con letras rojas en bajo relieve, que indican que ya se está en La Romera.
Es un parque recreativo y ambiental de 197 hectáreas, al que dentro de poco se le sumarán las 39 de la hacienda Bellavista, comprada hace una semana por la Alcaldía, dentro de un plan que proyecta la adquisición futura de otros predios cercanos, explicó Elcy Zapata López, subdirectora de Sostenibilidad Ambiental de Sabaneta.
Estos esfuerzos oficiales se ven empañados, en parte, por la indisciplina de algunos visitantes. A pocos metros del portón de entrada son visibles las basuras, pero este no es el único problema ni el más grave: hay personas que llegan allí a hacer fogatas, practicar motocrós y torrentismo, lo que pone en riesgo este frágil ecosistema.
Por eso, cuando entre en vigencia el convenio entre la Alcaldía y Corantioquia habrá mayor control. “No se restringirá el ingreso, porque es un espacio público para el disfrute de los sabaneteños, pero sí se buscará que quienes lleguen allí sean responsables con el medio ambiente”, dijo la señora Zapata.
El ingeniero Carlos Andrés Naranjo, subdirector de Regionalización de Corantioquia, contó que llevan varios meses trabajando con la Alcaldía, en especial, en el análisis técnico sobre la importancia ecológica de esta zona.
Con la firma del convenio entre el director de la corporación y la administración se hará un diagnóstico para saber en qué especie de fauna o flora se hará énfasis en la conservación y, luego, el Concejo de Sabaneta deberá aprobar la declaratoria de La Romera como ecosistema protegido.
Carlos Mario Cuartas, presidente del Concejo de la población, respondió que uno de los principales compromisos de la corporación es la preservación del medio ambiente y que la localidad se integre al cinturón verde del Valle de Aburrá, que plantean el Municipio de Medellín, el Área Metropolitana del Valle de Aburrá y Corantioquia.
“Somos 13 concejales y podemos tener diferencias en otros temas, pero en lo que tiene que ver con el ambiente, la calidad del aire y protección de la naturaleza, hay unanimidad”, destacó el corporado.
Cuartas puntualizó que, como el alcalde de la localidad, Iván Alonso Montoya, les anunció que llamará a sesiones extras en diciembre próximo, esperan aprobar el área protegida al finalizar este año.
El subdirector de Regionali-zación de Corantioquia resaltó que para el Valle de Aburrá y el Oriente, La Romera es vital, porque conecta con los ecosistemas estratégicos de Envigado, los bosques de El Retiro y, en Caldas, con la zona de La Clara y el Alto de San Miguel, donde nace el río Medellín.
Otra fortaleza ecológica de la zona, añadió, es que es un corredor de felinos y de aves migratorias y propias del Valle de Aburrá, como el pájaro cacique candela, que está en vía de extinción.
De igual forma, opinó, es una “fábrica del agua” por los manantiales que nacen allí, los que surten los acueductos del sector de La Doctora.
Es también, especificó Naranjo, un espacio de recreación pasiva para las personas que lo visitan.
Sobre las construcciones que asedian La Romera, Naranjo relató que el Municipio, a través de la Secretaría de Planeación, está controlando y revisando la legalidad de las licencias, mientras que Corantioquia analiza si hay afectación a las fuentes hídricas o especies arbóreas.
Concluyó que en el Valle de Aburrá en 2016, Corantioquia declaró como Área Protegida el alto de San Miguel, en Caldas. En La Estrella y en Itagüí están los bosques de el Romeral y el cerro Manzanillo, que no tienen declaratoria de Sistema Local de Áreas Protegidas, pero como están en las montañas occidentales del Aburrá, sí hacen parte del Distrito de Manejo Integrado Divisorio de Aburrá Río Cauca, el cual es una figura de mayor jerarquía que los Silap y, por lo tanto, están protegidos.
Jaime Montoya, coordinador de la Mesa Ambiental de Sabaneta, resaltó que La Romera es una cuenca hidrográfica muy valiosa para el Valle de Aburrá y, por eso, trabajan desde hace cinco años en un proceso ciudadano para que se amplié y se preserve, porque de allí se surten siete acueductos veredales.
Destacó que gracias a las acciones realizadas por la Mesa Ambiental, Corantioquia hizo los estudios bióticos y abióticos para que el Concejo declare este bosque como Área Local Protegida.
“La Romera no solo es importante para Sabaneta sino para la región, ya que es una despensa que produce oxígeno y agua pura”.
Enfatizó en que el Municipio debe hacer respetar este convenio, debido a que uno de los grandes riesgos es que en el futuro se entregue este parque a otras entidades que lleguen con propuestas de turismo masivo que pongan en riesgo su equilibrio.
Denunció que allí han detectado cazadores. Por ello recomendó que además de los tres guardabosques que actualmente tiene La Romera incluyan una vigilancia por parte de la Policía Ambiental.
Estos delincuentes son atraídos por especies como pumas, tigrillos lanudos, cusumbos, zorrillos, zorros perrunos de monte, salamandras, anfibios y numerosas especies de aves, detectadas por guardabosques y cámaras trampa.
Una vez sea área protegida se deberá hacer un plan de manejo y unas zonas priorizadas, para saber hasta qué punto pueden llegar los visitantes sin afectar la fauna y la flora.
Lo más seguro es que deban partir desde el pequeño llano donde hoy están las casas, la principal y la de la servidumbre, de la finca que le dio su nombre a este espacio verde, adaptadas como bodega y zona de información.
Uno de los tres guardabosques que cuidan La Romera, Sebastián Moncada, anotó que con la compra por parte del Municipio de la hacienda Bellavista a los siete nacimientos de agua que tiene La Romera se le agregarán otros cinco manantiales.
Contó, como anécdota, que hace 15 días cuando a las tres de la tarde realizaba una caminata de control y vigilancia se encontró de frente con un gato feral (o de monte).
“Me sorprendió que este sector tan cerca a la ciudad tenga unas especies tan hermosas y en vía de extinción, lo que nos obliga a ser más estrictos con el cuidado de este bosque”, afirmó.
El ciclista aficionado Juan David Marulanda aseveró que lo que hace tan atractivo este sitio del oriente de Sabaneta es que tiene unas rutas de empinadas cuestas, pero cuenta con algunos llanos que permiten descansar.
“Además combinan pavimento, destapados, zona de rieles y caminos de herradura alejados de los carros y motos y en medio de bosques nativos, a lo que se le añade una excelente vista del Valle de Aburrá y un aire puro”, comentó el deportista.
Hernán Palacio reside en Sabaneta y camina hacia La Romera dos veces a la semana, por el aire fresco, la tranquilidad y el avistamiento de numerosas especies de aves.
Allí, en medio de un tupido bosque de siete cueros, helechos, yarumos, amarrabollos, pino ciprés, robles, cedros y dragos, Juan David y Hernán son envueltos por la densa niebla que, en ocasiones, no deja ver siquiera las laderas vecinas y, mucho menos, la ciudad que crece cerca.