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Caso de minifaldas en UPB: ¿Y por qué no mejor educar a los hombres?

Expertos coinciden en fomentar ambientes protectores, más que normas de vestir en mujeres.

  • Ayer un grupo de estudiantes de la Universidad Pontificia Bolivariana, hombres y mujeres, entraron al campus usando falda como protesta a la recomendación de vestuario que hicieron directivas. Hubo pancartas y el hashtag #UPBEnFalda FOTO JUlio C. Herrera
    Ayer un grupo de estudiantes de la Universidad Pontificia Bolivariana, hombres y mujeres, entraron al campus usando falda como protesta a la recomendación de vestuario que hicieron directivas. Hubo pancartas y el hashtag # UPBEnFalda FOTO JUlio C. Herrera
Polémica por faldas en la UPB
09 de febrero de 2018
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Se ha sentido mirada, muchas veces acosada y siempre ha sido en la calle. Paradójicamente, para ella, nunca le sucedió en su universidad, la misma que recomendó a las mujeres no usar minifaldas, escotes ni prendas ajustadas para evitar distraer a profesores y compañeros.

Margarita Restrepo aún no se repone de la indignación que le produjo el mensaje sobre “tips para vestirse” de la UPB, institución en la que estudia comunicación social y periodismo.

“Nos indigna, porque sentimos que la universidad participa en la naturalización de ‘micromachismos’ que, aunque parezcan sutiles, tienen repercusiones mayores en la violencia contra la mujer. Al decir que es nuestra responsabilidad vestirnos de una manera, es como que si pasa algo, es nuestra culpa”, señala.

El exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia, Jaime Arrubla Paucar, anota que la universidad puede tener su reglamento de convivencia, “como lo tienen las empresas, los hoteles, los sistemas del metro, las aerolíneas y, si alguien se desencaja, se le llama la atención o se le aplican las sanciones”.

“No haría la sugerencia directamente para las mujeres, sino a todos en general, profesores, estudiantes, sin importar el género. Y que no sea solo en el vestir, sino también en el hablar y tener un trato respetuoso con los demás”, acota.

Pero esta no la polémica más reciente sobre el tema en el mundo. En febrero del año pasado, el Parlamento israelí anunció la prohibición a sus funcionarias de usar faldas cortas, y en el 2015 una secundaria del Reino Unido generó controversia al proscribirla.

También el año pasado la Asociación de Jugadoras profesionales de Golf, (LPGA, por sus siglas en inglés) publicó un código en el que reguló la vestimenta de las deportistas.

En 2010, la Gobernación de Córdoba envió a sus funcionarias una circular en la que les prohibía usar esas prendas.

Es más que vestimenta

Con falda corta o larga, en ambientes laborales, universidades o calles, la mujer está expuesta a comentarios o miradas obscenas que configuran situaciones de acoso.

Así lo considera Sandra Castro, profesional en Desarrollo Familiar de la Fundación Bien Humano, quien añade que la sociedad no puede ver a la mujer como culpable de que abusen de ella o la maltraten, por ejemplo, como consecuencia de su manera de vestir.

“Esa es una postura machista. La mujer debe saberse comportar, pero con falda corta o larga igual está expuesta a lo que el hombre le diga. Tienen que ver con los principios éticos de todos”, dice.

Para Castro, la problemática del acoso debe trascender más allá de la vestimenta. “La academia es un ente corresponsable del tipo de seres humanos que le brindamos a la sociedad, por lo tanto no puede quedarse en una mirada tan tecnicista, donde el cómo estás luciendo prima sobre la ética, la moral y el cuidado por el otro”, apunta.

Sugiere la experta que se debe apostar a la creación de comunidades protectoras, en las que los hombres deben cuidar a las mujeres.

“Por qué no pensar en qué ocurre con la ética del rol de poder de un docente cuando le coquetea a una estudiante, que, independientemente de su vestimenta, es abusada como consecuencia de un deseo sexual”, recalca.

Las razones científicas

Según Milena Gaviria, médica de la Universidad de Antioquia y educadora sexual de la Universidad Autónoma Latinoamericana, explica que no es una regla que las personas no puedan trabajar o caminar si ven a alguien desnudo.

“Cada uno de nosotros tiene un órgano sexual tan inteligente que allí, incluso, residen nuestros procesos racionales y se llama cerebro, el cual procesa la información con todo lo que ha aprendido. Está en cada uno el significado que le damos a la ropa que llevamos”, asevera.

Agrega que las recomendaciones que generaron la controversia son “un acto discriminatorio que raya con lo inconstitucional, segrega hombres y mujeres (...)”.

EL COLOMBIANO buscó respuestas de las directivas de UPB sobre el tema. La oficina de prensa dijo que la vocería se limitaba al comunicado (ver ayuda).

Margarita concluye que nunca ha sentido un gesto de acoso ni de profesores ni compañeros de universidad y, acepta, que usa falda, “porque en Medellín hace calor y es una bendición llevar puesto un vestido”.

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