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La vida de película del ingeniero cubano que hizo el ferrocarril de Antioquia

Reminiscencia del ingeniero cubano, constructor de la primera etapa del ferrocarril, a 120 años de su muerte.

  • El monumento de Cisneros realizado por Marcos Tobón Mejía y ubicado en la entrada de la Alpujarra. FOTO ARCHIVO
    El monumento de Cisneros realizado por Marcos Tobón Mejía y ubicado en la entrada de la Alpujarra. FOTO ARCHIVO
  • Imagen del desaparecido tren que operaba en el Aburrá. FOTO ARCHIVO
    Imagen del desaparecido tren que operaba en el Aburrá. FOTO ARCHIVO
  • El retrato del cubano, obra de Francisco Antonio Cano. FOTO CORTESÍA
    El retrato del cubano, obra de Francisco Antonio Cano. FOTO CORTESÍA
18 de julio de 2018
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Antioquia nunca hubiera sido Antioquia sin el ferrocarril, y el ruido de la locomotora no se hubiera escuchado en Medellín en 1914 sin que, por una extraña conspiración de la historia, hubiera aparecido el ingeniero y revolucionario cubano Francisco Javier Cisneros.

Los caminos se cruzaron sin buscarse. Cisneros nació el 28 de diciembre de 1836 en Santiago de Cuba. La solvencia de su abuelo militar y su padre abogado permitieron que el joven pudiera estudiar Ingeniería Civil en La Habana y, posteriormente, especializarse en París y Nueva York.

Paralelamente, Antioquia vivía un nuevo auge de las actividades mineras después de 1850, con la llegada de ingenieros alemanes, ingleses y estadounidenses que trajeron su tecnología y nuevas técnicas de extracción. Ese esplendor, sobre todo aurífero, generó las primeras grandes riquezas de Medellín; sin embargo, la Villa permanecía enclaustrada entre montañas, alejada del progreso y del mundo.

Cisneros regresó a Cuba en 1858 y dirigió la empresa de ferrocarriles de la isla por una década, al término de la cual, dejó los trenes por la lucha independentista. Participó en la Guerra de los Diez años, la primera de las tres revueltas cubanas hasta alcanzar su emancipación de España, en diciembre de 1898. Lideró el periódico El País antes de que los ibéricos retomaran el control y tuviera que huir a Nueva York.

Entonces, tuvo su primer contacto con Colombia, a donde llegó en 1870 en búsqueda de apoyo para la lucha libertadora. “Pero así como fue de inesperada su adhesión a la revolución, así lo fue su abrupta ruptura con ella en 1871, recuperando Cisneros su primitiva vocación”, reseñó el sociólogo Alberto Mayor Mora, en un texto sobre el cubano.

La obra de las dificultades

Los caminos se cruzaron, definitivamente, en 1874 cuando Cisneros llegó al departamento. El general Pedro Justo Berrío, como presidente del Estado Soberano de Antioquia, no había podido concretar su idea de construir un camino carreteable entre Medellín y el río Magdalena para buscarle una salida a la región. Fue su sucesor, Recaredo de Villa, el que logró contratar al cubano.

Orestes Zuluaga, presidente de la Academia Antioqueña de Historia, contó que el agente de negocios panameño José Antonio Céspedes fue el que le recomendó al gobierno de Antioquia la contratación de Cisneros. “Recaredo de Villa realizó el acuerdo y firmó el contrato el 14 de febrero de 1874. Cisneros salió de inmediato para Nueva York a presentar el proyecto a posibles inversionistas. Viajó a Londres y París con el mismo objetivo”, relató Zuluaga. Una de las aportantes, según el historiador, fue Mercedes Córdova de Jaramillo, hermana del prócer José María Córdova.

La ejecución de la obra tuvo muchas dificultades, sobre todo, por las guerras civiles que desangraron a la joven república colombiana y restaban la mano de obra. En 1876 estalló la sublevación conservadora contra el gobierno liberal de Aquileo Parra. Otras dificultades fueron las zonas pantanosas, la topografía, las fieras, la manigua y las fiebres del trópico. Las posibilidades de fracaso eran inminentes.

Al término de los 10 años, Cisneros solo alcanzó 45 kilómetros y dejó a medio camino el encargo, al llegar hasta la estación de Pavos, en el margen del río Nus, antes del caserío que luego llevaría su apellido.

“Fue una obra asombrosa, hoy no la podemos imaginar. Los terrenos eran vírgenes, era una hazaña valiente enfrentarse a este proyecto. Cisneros tenía una visión clara y profunda de la implementación de ferrocarriles en países en vía de desarrollo”, explicó el ingeniero José María Bravo, autor de un libro sobre el tren.

Mayor Mora reseñó que Cisneros fue indemnizado generosamente y “aprendió la lección: como el Gobierno no cumplía los pagos y las guerras civiles arrastraban, tanto trabajadores como obras, lo mejor era rescindir los contratos como lo hizo luego con el de La Dorada y el Pacífico”.

Ocaso de una vida de cine

Cisneros, ingeniero civil, revolucionario y constructor de ferrocarriles, creó después una sociedad agrícola para desarrollar cultivos en lotes baldíos de la Nación. También fundó una compañía de trenes para construir las conexiones de La Dorada, Girardot, Bolívar y Valle del Cauca.

Fue socio mayoritario de la Compañía Colombiana de Transportes, firma con la que importó barcos a vapor que recorrían el río Magdalena.

Adlai Stevenson Samper, escritor y miembro de la Academia de Historia de Barranquilla, añadió que el cubano también fue empresario de tranvías, negoció con finca raíz, construyó Puerto Colombia y fue comisionista de mercancías, lo que lo distanció de la clase alta del Atlántico.

A los homenajes públicos en Colombia por la labor de Cisneros, se le sumaron misivas del escritor, poeta y revolucionario cubano José Martí, quien le dedicó un artículo titulado “Un cubano real”.

Abandonó el país en 1898. El epílogo de su historia bien podría llamarse El ferrocarrilero en su laberinto: bajó por el río Magdalena agobiado por las fiebres, enfermo y con las arcas vacías. Se embarcó hacia Estados Unidos y aún le quedaron fuerzas para apoyar el movimiento emancipador cubano que estaba cerca de soltarse de las cadenas españolas. Sin embargo no vivió para ver libre a su país. Falleció el 7 de julio de 1898, en un hotel de Nueva York, a los 62 años.

Los homenajes siguieron. La primera gran plaza de Medellín llevó su apellido y en 1924 erigieron una estatua con pedestal de mármol de Carrara, del artista Marcos Tobón Mejía. La obra permanece hoy en el ingreso a la Alpujarra, sobre la avenida San Juan.

Un municipio del Nordeste también lleva su nombre. Incluso, según Orestes Zuluaga, la estación Santiago (municipio de Santo Domingo), fue bautizada así en recuerdo de la cuna de Francisco Javier. “Como ya el ferrocarril desapareció, su recuerdo y, el de Cisneros mismo, se ha ido diluyendo en la memoria de las nuevas generaciones”, opinó.

José María Bravo fue más allá: “aquí somos el olvido que seremos. Se ha perdido la memoria física de Cisneros y los jóvenes de ahora no saben quién fue. Debemos empezar porque la zona que hoy llamamos Parque de Las Luces retome su nombre original y se reviva el recuerdo de la plaza Cisneros”. Sería el homenaje a un hacedor de proezas.

1929
fue el año en el que el tren hizo el recorrido completo entre Medellín y Puerto Berrío.
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